Lulú, Quillo, Marina y Luiji son las cuatro águilas pescadoras introducidas el pasado mes de junio en el Marjal de Pego-Oliva. Las cuatro han sobrevivido. Eso sí, se han enfrentado a no pocas peripecias. Desde que fueron liberadas, han tenido que ser rescatadas, se las han visto con los avisperos, han chocado con vallas de metal... y sus caminos se han separado.

Luiji, el águila más viajera, ya ha realizado dos grandes migraciones. En agosto, voló hasta Toulouse. Le bastaron once días para recorrer 1.600 kilómetros. Los expertos creen que fue una "migración errónea". En septiembre, puso rumbo hacia el sur. Cruzó el Sáhara y ahora está en el Sahel. Ha hecho jornadas de más de 300 kilómetros (la máxima de 445). Luiji es un águila pescadora incansable.

Mientras, Marina, una hembra, es la que mejor aptitud ha mostrado para el vuelo. Se ha echado novio en la Albufera. Sus vuelos han sido siempre seguros, excepto cuando aterró a los coordinadores del programa de introducción la pasar a nada de un poste eléctrico no rectificado. Ha volado por el Mediterráneo y ha visitado el mar Menor, los embalses de Beniarrés, Bellús y Sitjes y Albacete.

Lulú, otra hembra, es la que más veces ha sido rescatadas. Ha permanecido ingresada en un centro veterinario tras la gota fría de septiembre. Antes se la vio alicaída (un adjetivo pintiparado para las aves). Ahora ya presenta un comportamiento más normal. No ha salido de la Marjal.

Quillo, que también se ha mostró al principio falto de energías y no se aventuraba más allá de la Marjal, ha comenzado su migración y ahora está en el Sáhara. Los problemas de apatía de estas dos águilas pueden ser debidos a los avisperos que se formaron en los comederos.