Un colegio comprometido con el medio ambiente, inclusivo y participativo. Así es el Vicente Tena de Xàbia. También se implica en mejorar la sociedad local. Ha desarrollado proyectos tan estimulantes como el de recuperar las fuentes públicas (menos plástico y más agua del grifo, que en este municipio es desalada y excelente). Pero le faltaba sacudirse una reminiscencia.

Si hoy se hiciera una encuesta entre las familias, muy pocos acertarían a explicar por qué la escuela se llama Vicente Tena. El personaje no les suena de nada. El nombre es franquista. Se le puso al colegio durante la dictadura en homenaje a un estudiante falangista de 19 años asesinado en uno de los atroces «paseos» de la «Pepa», que era como se conocía el coche en el que viajaba un violento grupo de incontrolados que se tomó la justicia (la injusticia) por su cuenta al iniciarse la Guerra Civil. A Tena lo mataron el 10 de junio de 1939 en Teulada. Fue uno de los 106 vecinos de la Marina Alta asesinados por lo que luego la propaganda franquista llamó «el terror rojo». Tras la contienda, la dictadura represalió (fusiló, encarceló o depuró) a 1.905 vecinos de la comarca.

Vicente Tena figura en los libros de historia. El crimen no hay, por supuesto, que olvidarlo. Pero no es cuestión que un colegio siga llevando el nombre de una víctima a la que el franquismo y el movimiento falangista convirtieron en protomártir. Y le rindieron el honor póstumo de ponerle su nombre al colegio de Xàbia.

La Ley de la Memoria Histórica obliga a borrar los homenajes al franquismo. De ahí que sea imperativo cambiar la denominación de este colegio.

Además, ya es el último de la Marina Alta que conserva un nombre de resonancias franquistas. En Calp, hace unos meses la conselleria de Educación ya autorizó cambiar el nombre al Nou Paternina (inicialmente se llamaba colegio José María Paternina, que fue militar golpista que combatió contra la república y gobernador civil de Alicante durante la dictadura. Este centro se llama ahora Mediterrani.

El colegio de Xàbia supera ahora ese eco que viene de un pasado siniestro. Y lo hace de la mejor manera posible, con un proceso participativo. Ha colocado una urna para que las familias depositen sus propuestas de nuevo nombre. Tienen de plazo hasta el próximo lunes. El Consell Escolar ha hecho un llamamiento para que las madres, los padres y los alumnos se impliquen en buscar una denominación que defina lo que es hoy este colegio público del siglo XXI. El nombre deberá abrazar todo lo que quiere ser la escuela: integradora, inclusiva, defensora del medio ambiente y próxima a las familias.

El antiguo nombre puede que ya no significara nada. Pero el nuevo debe significarlo todo. Debe reflejar el espíritu de un colegio renovado y que afronta sin miedo los retos educativos de este siglo en el que todo cambia tan aprisa.

El nombre lo aprobará, en última instancia, la conselleria de Educación.