Los acantilados de margas de la Cala Blanca de Xàbia llevan muy mal la erosión. En los últimos meses, las lluvias han provocado pequeños desprendimientos. El cortado es tremendamente inestable. Las piedras ruedan hasta el murete que hace un par de años construyó la jefatura provincial de Costas para proteger a los bañistas de la caída de piedras. Ahora mismo, el paso entre el acantilado y el muro está colmatado. La senda ha quedado sepultada.