La escatología, la ciencia de lo oculto, se hace visible en Benissa, pero en su acepción de materia orgánica (de excrementos, vamos). Los vecinos se encontraron ayer a cada paso una «mierda». Era de mentirijilla, eso sí. En concreto, de papel biodegradable. Pero, al primer golpe de vista, pasaba por un zurullo de verdad. Y el ayuntamiento desperdigó nada menos que 300 «cacas». Decidió que ya está bien de eufemismos y que, en este asunto de la limpieza urbana, hay que llamar a las cosas por su nombre. El título de la campaña es «hui serà un dia de merda». Eso es lo que deben pensar quienes, al salir de casa, se encuentran su calle salpicada de las de verdad, de esas que los dueños de perros no se molestan en recoger.

El alcalde, Arturo Poquet, dijo que la campaña, de entrada, ya consiguió el objetivo que perseguía: el de generar impacto. Afirmó que se busca concienciar y «evitar y erradicar las conductas incívicas». Explicó que la empresa municipal de limpieza, Benissa Impuls, ha realizado un estudio de cuánto le cuesta al pueblo recoger los excrementos de las mascotas. Cada cuatro años, el ayuntamiento gasta 35.000 euros en retirar las «cacas». También avanzó que están trabajando en una ordenanza con nuevas sanciones a quien se pille haciéndose el despistado cuando su perro deja el «regalo» en las calles. La cobrará SUMA, que es la agencia tributaria de la Diputación de Alicante.