La Granadella da fuerza. Es un soplo de vida en esa batalla planetaria que todos libramos (dos frentes: reciclar y consumo sensato) contra el cambio climático. La montaña de Xàbia renace. Quienes nos dedicamos a la crónica apresurada ya hemos narrado dos terribles incendios, el del año 2000 y el de 2016. Este último devastó 812 hectáreas (689 forestales). Asistimos, horrorizados, al desastre. La Granadella ardió de punta a punta.

Luego buscamos indicios de recuperación. Invocamos el milagro. Y llegó. Seis meses después de que el fuego lo arrasara todo, contábamos en Levante-EMV que en una ladera de lapiaz se producía una increíble floración de gladíolos silvestres. El entonces biólogo municipal, Ignasi Astor, nos mostró otra precoz maravilla. En la vertiente sur de la cala, húmeda y feraz, surgían el lentisco, el aladierno, el espino blanco, la madreselva o la silene colorata. Prodigiosa regeneración. Poderosa Ganadella.

También nos agarrábamos a los "marges d'esperança", los de "pedra en sec", ahora declarados Patrimonio de la Humanidad. Esas hiladas de piedra frenaban la erosión. Eran los mejores aliados de la resurrección de un paraje que, poco a poco, ha recuperado su naturaleza de tesoro botánico.

Y llegó, además, aquella nevada histórica del 18 de enero de 2017. La nieve alivió el dolor de la Granadella. Un manto blanco y medicinal ayudó a restañar la gran herida que dejó el fuego.

Ahora la montaña litoral se regenera a la carrera. Fantástica carrera. La Granadella Trail, organizada por el club de atletismo Llebeig, demostró el domingo que el deporte también redime. Quinientos corredores descubrieron la belleza deslumbrante de esta montaña. La carrera regresaba tras tres años de parón obligado.

La Granadella ha cambiado. La vegetación todavía es somera. Y el reto radica en que brote un bosque más resistente al fuego. Las "combustibles" pinadas deben dejar paso a algarrobos y acebuches.El bosque del futuro debe estar más enraizado con el bosque original de este litoral que con las impenetrables pinadas que en septiembre de 2016 prendieron como una inmensa cerilla.

La Granadella Trail es un paso (cientos y miles) más en la carrera de la regeneración. La montaña recupera su uso público. Las sendas (algunas auténticos vericuetos) son una maravilla. Vale la pena disfrutarlas con un pelín más de pausa. Descubrir la cala, el barrio marinero del Tio Català, la belleza salvaje de los acantilados, les pesqueres de cingle, los yacimientos de ocre, el Castell, la semblanza del Gurugú con el monte que lleva este nombre en la sierra de Nador, los forns de calç... Luminosa Granadella. Su prodigiosa recuperación es un destello de esperanza en la era de las catástrofes y la emergencia climática.