Los tentáculos del Octopus tocan Dénia y El Verger. Y el alcalde del primer municipio, Vicent Grimalt, ya ha expresado las poderosas reticencias de su ayuntamiento a que se monte en el antiguo Safari Park un festival de atronadora música «hardcore». Ayer se reunió junto a la concejala de Transición Ecológica, Maite Pérez, con el presidente de Acció Ecologista Agró Marina Alta, Joan Sala. Este último fue el que solicitó entrevistarse con Grimalt. Agró se ha adherido a la denuncia que ha presentado en la Fiscalía Provincial de València la Associació per a la Defensa de la Natura al sud de València. Estos dos grupos ecologistas coinciden en que el trajín de público (los organizadores han hablado de 15.000 personas) y la música a toda potencia ponen en peligro a las aves del Marjal de Pego-Oliva.

El alcalde deslizó que no es nada partidario de que se organice un festival en el linde de este parque natural (y dentro de su zona de amortiguación de impactos). Le dijo a Joan Sala que la conselleria de Medio Ambiente le ha confirmado que, de momento, los organizadores no han realizado ninguna solicitud de autorización. Además, la conselleria se ha comprometido a tener en cuenta las renuencias del ayuntamiento de Dénia, que advierte del impacto en el parque natural, los previsibles problemas de acceso y el colapso de la carretera y la falta de un plan de evacuación.

Mientras, la concejala de Transición Ecológica envió a mediados de enero al Ayuntamiento de El Verger una petición de información sobre este festival, que se celebraría a caballo (todo en el Safari es muy de animales) de los términos municipales de Dénia y El Verger. En el escrito, ya se enumeraban las posibles infracciones urbanísticas y medioambientales en la que pueden incurrir los organizadores.

El Safari Park cerró en 2010 después de 33 años de actividad. Esta reserva zoológica llegó a albergar a 1.400 animales. Uno de los últimos al que se trasladó fue un rinoceronte. Los propietarios decidieron bajar la persiana al reducirse de forma drástica el número de visitantes. Lo más atractivo era el recorrido en coche particular por los hábitats de los animales salvajes (tigres de bengala y leones africanos). Ahora el recinto es una selva. Tras diez años cerrado, la vegetación lo invade todo.