La Marina Alta, en estos tiempos de pandemia y desescalada sin prisa, deja imágenes que revelan que su alma tradicional todavía está ahí. Un agricultor de 79 años de Gata acudió ayer a sus viñas de Jesús Pobre a paso sosegado. Pertenece a la Associació Amics del Cavall de Gata de Gorgos. Es uno de los últimos "carreters" de la Marina. Se subió a su carro y azuzó con cariño al caballo. Se encaminó a desbrozar las cepas, ahora ahítas de pámpanos.

En el campo, sin parar de trabajar, defendió la tradición de los "carreters". Dijo que es un placer ir a la viña en carro siempre que se pueda, toda vez que la agricultura a veces se contagia de la prisa de pisar el acelerador. Este labrador se lo toma con calma. Su marcha tranquila por los caminos rurales sentado en una silla (este modesto carro no tiene pescante) y guiando al caballo deja certezas. Una es que la agricultura sigue ahí, silenciosa, pero más esencial que nunca. Y otra: no son días de apresurarse. La nueva realidad obliga a apostar por una movilidad más serena.