Una de cal y otra de arena en el litoral público de Xàbia. Primero, la de cal, es decir, lo bueno. Tras 61 años de privatización de las balsas de la piscifactoría romana de la Punta de l'Arenal, que forman parte de un yacimiento arqueológico del siglo I a. C., ya no hay vallas ni muros. Los derribó en enero el temporal Gloria. Este tramo del litoral público está abierto. Sigue, eso sí, repleto de escombros. Los deben retirar los herederos de Mariano Navarro Rubio, quien fue ministro de Hacienda con Franco entre 1957 y 1965 y que, en 1959, compró por 10.000 pesetas al Ayuntamiento de Xàbia este trozo del dominio público marítimo terrestre.

Sus descendientes, al retranquear las vallas, dan por perdidas las otrora suntuosas piscinas. Los cascotes deberán limpiarse con mucho tiento. Aquí, excavadas en la piedra tosca, están las balsas de una factoría pesquera de época romana (estuvo en funcionamiento hasta el siglo II).

Y ahora la de arena. Los herederos del cargo franquista, que todavía mantienen la concesión de este tramo del litoral público, han colocado una nueva valla sin esperar a que el servicio provincial de Costas (depende del ministerio para la Transición Ecológica) les otorgara el obligado permiso. Lo han solicitado, pero no llega de la noche a la mañana. De hecho, según ha podido saber este diario, esa licencia debe ir acompañada de un informe realizado por la dirección general de Patrimonio. Es más, Costas habría notificado ya a los responsables de esa obra la orden de paralización.

El vallado, que ahora se ha retranqueado y se ha situado en las escalinatas que comunicaban el jardín del chalé y las piscinas, está prácticamente terminado. Se ha instalado un cerramiento de malla de metal. Esta pasada semana unos operarios estaban colocando sobre esa valla una tela de cañizo. Suspendieron esos últimos trabajos.

Esta ocupación del dominio público es uno de los últimos vestigios que quedan vivos de los privilegios de que gozaron los cargos franquistas durante la dictadura. Navarro Rubio, en la cúspide de su poder como ministro de Hacienda, adquirió uno de los tramos litorales más bellos de la Comunitat Valenciana. La costa es inalienable. Pero en aquel entonces la Ley de Chapaprieta, de 1935, daba a los ayuntamientos la titularidad del litoral. El de Xàbia malvendió la Punta de l'Arenal para congraciarse con el poder. No figuraba como comprador el ministro, sino su esposa.

El chalé se construyó en 1963. Hoy algunos de los voladizos están apuntalados. El mar (el temporal Gloria golpeó esta costa con furia) y el tiempo lo van deteriorando. En 1982, con la democracia ya bien consolidada, el ministerio de Obras Públicas legalizó las obras de la vivienda y le adjudicó a la familia su «utilización gratuita y permanente».

La Ley de Costas, de 1988, revisó esta prebenda. Quienes disfrutaban de «propiedades» en el dominio público pasaban a tener una concesión de 30 años. La de la Punta de l'Arenal ya hubiera terminado de largo. Pero en 2014, al modificar el Gobierno del PP el Reglamento de la Ley de Costas, amplió todas las concesiones 75 años más.