Una de las calas valencianas con una historia más fascinante ha desaparecido por completo. Si el Pope de luengas barbas levantara la cabeza no reconocería este litoral en el que se bañaba tanto en verano como en invierno. Era un ortodoxo de las salutíferas zambullidas diarias en el mar. La cala del Pope de Xàbia debe su nombre a un sacerdote ortodoxo que escapó de Rusia cuando estalló la revolución bolchevique y se refugió en este municipio. Eso sí, este playita, ahora inexistente dado que se la han tragado los temporales y la han sepultado los desprendimientos, también tiene otro topónimo. Se la conoce como cala del Tangó por la antigua plataforma de salvamento de náufragos que se construyó aquí (exactamente en el Morro de la Creueta) en 1899.

La playa de cantos rodados ya hace la tira de años que pasó a la historia. En el verano de 2005, el ayuntamiento la cerró al baño por peligro de desprendimientos. La dirección general de Costas llegó a colocar mallas de acero en los acantilados. Pero la erosión es aquí imparable. Y el mar tampoco da tregua.

Este litoral está clausurado. Pero los bañistas son de natural intrépido. Se juegan el tipo para adentrarse en este litoral hecho añicos. Ven el destrozo, y allí que van.

Puertos (depende de la conselleria de Obra Públicas) construyó un pequeño mirador donde antes estaba el acceso. Debía disuadir de entrar. Los turistas se asomaban y admiraban su belleza de este espectacular litoral. Sin exponerse. No debían ir más allá. El mirador estaba también en el arranque de la escollera de Levante, que es el dique que cierra por el sur de la cala del Tangó.

Pero un temporal que azotó esta costa en enero de 2017 destrozó el mirador y quebró también el inicio de la escollera. Ya no se llegó a reconstruir. La tempestad Gloria del pasado mes de enero terminó de triturar el mirador y esta costa. Las losas están partidas y desgajadas. Aún así, los turistas se suben a ellas y echan un vistazo a esta bella costa del cabo de Sant Antoni (todo este litoral está declarado reserva marina). Los más temerarios hacen ejercicios de funambulismo y siguen adelante. Estos días hay bañistas que incluso plantan la sombrilla debajo de unos acantilados que no transmiten mucha confianza. Las mallas de metal que debían evitar los desprendimientos están rotas y hechas jirones.

De la cala no queda ni rastro. El conseller de Obras Públicas, Arcadi España, anunció en una reciente visita a Xàbia que su departamento trabaja en un ambicioso proyecto para reparar todo la escollera, básica en la seguridad del puerto (es el dique de abrigo que lo protege de los aquí furibundos temporales de levante). La escollera, además de estar muy deteriorada, es rebasable por las olas. No frena los envites del mar. Ese proyecto debe servir para rescatar una de las calas más fascinantes (por historia, paisaje y valores naturales) del litoral valenciano.

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