Terribles incendios como los que ha sufrido la Marina Alta en las últimas horas esconden grandes historias de solidaridad que no trascienden. Los vecinos de la Vall de Gallinera, donde el fuego ha arrasado 180 hectáreas, se frotaban los ojos ante las maniobras de los pilotos de los aviones y helicópteros de extinción que se metían en la nube de humo y atacaban el corazón del incendio. Hay que tener mucha pericia para pilotar casi a ciegas.

Mientras, en Castell de Castells, agentes de la Guardia Civil tranquilizaban a un vecino extranjero desalojado de su casa de Pla de Petracos amenazada por las llamas. Allí el fuego ha devorado 16 hectáreas. El hombre estaba preocupadísimo por sus animales, équidos y cabras. Los agentes los rescataron y pusieron a salvo. Los llevaron hasta un cercado que está junto a la carretera que enlaza Benigembla con Castell de Castells. Bajo las frondosas carrascas, los burros, los pequeños caballos y las cabras pasaron la noche. Su dueño les llevó agua y comida. Los agentes explicaban esta mañana al dueño del terreno donde refugiaron a los animales que incluso cargaron las balas de paja sobre el techo del coche patrulla.