El acceso a esta gruta litoral no es, precisamente, sencillo. Se entra por una apertura situada en la parte norte de la cueva. Hay que agarrarse a las rocas y tener mucho cuidado con no resbalar. Hace dos veranos los accidentes y rescates eran el pan nuestro de cada día. Hubo jornadas en las que los bomberos tuvieron que realizar hasta cuatro rescates. La masificación provocaba más inseguridad. El pasado verano, con la limitación de las visitas, los accidentes ya bajaron de forma muy notable. Este verano ha sido bastante tranquilo en este sentido. A finales de agosto sí se tuvo que evacuar en helicóptero a un joven que sufrió un desvanecimiento. Ha sido prácticamente el único susto.