Nadie negará que la hostelería de la Marina Alta tiene una gran capacidad de adaptación. Hoy han vuelto las terrazas. Bajo un cielo plomizo y con un vientecito helador. Pero los vecinos han regresado a unos bares que se reinventan. Muchos de los que no tienen terraza siguen sirviendo café y comidas para llevar. La necesidad de llamar la atención de los clientes ha transformado la fachada de algunos negocios. El cambio tiene un punto abigarrado. Los bares han sacado a la calle pizarras en las que anuncian su casi infinita oferta. El negocio de la imagen, situado en la travesía de la N-332 en Gata de Gorgos, es un ejemplo de esa increíble capacidad de adaptación de la hostelería incluso a las circunstancias más adversas.