La ruta vicentina por antonomasia de Sant Vicent Ferrer en la Marina Alta es la de Teulada. El Centre d'Estudis Vicentins, que se halla donde vivió Constança Ferrer, la hermana del predicador dominico, la ermita de Sant Vicent del siglo XVIII o la iglesia de Santa Caterina Màrtir son hitos en esa ruta.
Pero el lugar de más devoción vicentina es, sin duda, la ermita de Font Santa. Aquí es donde el patrón de Teulada obró el milagro de hacer brotar fresca y cristalina agua de una roca. En 1410, cuando llegó a Teulada a visitar a Constança, salió de paseo con ella por los bancales de viñas. La hermana del santo estaba sedienta. Sant Vicent golpeó con su báculo la piedra y, ¡prodigio!, empezó a manar agua. Lo mismo da que sea un año de abundantes lluvias que de pertinaz sequía. En la Font Santa, el agua sale gota a gota.
Esa visita se puede rememorar hoy en los numerosos y bellos plafones cerámicos de Teulada (el del casalicio de piedra tosca que se halla junto a la ermita es magnífico) y de otros pueblos de la Marina Alta. En Xàbia, en la Plaça de l'Església, se recuerda que el santo estuvo aquí el Viernes Santo de 1410 y se subió a un balcón y dirigió uno de sus encendidos sermones a todos los vecinos.
En Murla, cerca de lo alto del Portet d'Orba, otro plafón cerámico evoca que el dominico también pasó por aquí en el viaje de predicación (el de la visita a Constança) que en 1410 le trajo a la Marina Alta.
Hoy es fiesta grande en Teulada. La pandemia impide que el día del patrón se celebre a lo grande. Pero el recuerdo al patrón retumba de lo lindo. Este mediodía se ha disparado una estruendosa "mascletà". Cuando Sant Vicent dejó Teulada, bendijo, ya fuera de las murallas, el pueblo y lo libró (eso dice la tradición) de la peste y los saqueos de los piratas berberiscos.