Puerto Blanco de Calp sigue en un agujero negro. A estas alturas, nueve meses después de que el Consell diera la concesión a la empresa Port Boutique Calp, S. L., que gestiona las marinas de Santa Pola y Formentera, esta dársena debería estar en obras. La concesionaria, que explotará las instalaciones y los 203 nuevos amarres durante los próximos 30 años, debería haber demolido las viejas y ruinosas construcciones (el restaurante y los talleres) y haber dragado el puerto (para ello prevé desecar la dársena). Las obras para cambiarle totalmente la imagen al decrépito puerto, que lleva 5 años abandonado, se tenían que acabar en 15 meses. Ni siquiera se han iniciado. No se vislumbra nada del esplendor que debe recuperar este puerto deportivo. Al contrario. Todo es cochambre.

La cochambre se apodera de Puerto Blanco de Calp

La dársena carece de vigilancia. Es evidente que este verano se han hecho allí la tira de botellones. Hay basura desperdigada por todo. Las casetas de los antiguos usuarios de amarres están repletas de residuos. Y las papeleras están desbordadas de desperdicios.

La cochambre se apodera de Puerto Blanco de Calp

Puerto Blanco es ahora mismo territorio de nadie. Quienes acuden a hacer botellón han derribado las tapias que cerraban el antiguo restaurante, que está devastado.

El acceso desde el puerto a la playa de les Urques está impracticable y repleto de piedras y escombros.

El dique de protección del puerto, que la conselleria de Obras Públicas reparó y reforzó hace 5 años, vuelve a estar destrozado. Sobre esta escollera, la concesionaria quiere construir un gran paseo con vistas al Penyal d’Ifac y al Morro de Toix. Pero, de momento, el dique está socavado y arrasado por los temporales.

Puerto Blanco tiene una historia negra. La conselleria de Obras Públicas lo ha precintado dos veces: en 2007 y en febrero de 2016. Ahora que se atisbaba un futuro más luminoso las obras están encalladas.

La alcaldesa de Calp, Ana Sala, del PP, ha desvelado que la concesionaria está a la espera de que la dirección general de Costas, que depende del ministerio para la Transición Ecológica, dé su visto bueno a la remodelación integral. «Esperemos que Costas autorice de manera inminente los trabajos, que sí cuentan con el visto bueno de la Generalitat. No se entiende tanto retraso».

La munícipe señaló que las obras debían haberse ya iniciado el pasado mes de abril. «No hay vigilancia ni control», subrayó la edil, que dijo que urge que la concesionaria empiece a cambiar la imagen de una deteriorada dársena que fue «un icono turístico de Calp».