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40.000 kilos de uva que nace en el valle del Montgó

«La vendimia ha sido muy buena; llovió mucho en primavera y hemos esquivado las gotas frías y el granizo», afirma Mara Bañó, de Les Freses

40.000 kilos de uva que nace en el valle del Montgó

En las pequeñas bodegas de la Marina Alta hay faena todo el año. Y ahora, con la vendimia, es un no parar.

40.000 kilos de uva que nace en el valle del Montgó

40.000 kilos de uva que nace en el valle del Montgó alfons padilla. jesús pobre

El «celler» de Les Freses posee 8,5 hectáreas de viñedos en Jesús Pobre y en el fértil valle agrícola del Montgó. Aquí y allá surgen vestigios históricos de la cultura del vino. En La Rana, en término de Gata, pero en este mismo valle, se ha hallado una figlina, un alfar romano en el que se fabricaban ánforas vinarias. Y en el Montgó está el yacimiento íbero de l’Alt de Benimaquia, una de las cunas del vino en Europa.

«Este año tenemos mucha uva y muy buena. Llovió mucho en primavera y se desarrolló muy bien la viña. Y luego hemos esquivado la DANA, la gota fría y el granizo», explicó ayer Mara Bañó, de Les Freses.

Esta bodega ya ha vendimiado el moscatel y el «giró». Ahora falta por recoger la «forcallat tinta». Les Freses recupera las variedades autóctonas. Se cultivaban en la Marina Alta antes de que la filoxera destrozara a principios de siglo los viñedos.

Esta vendimia recogerán unos 40.000 kilos. Y no solo es vendimiar. También hay que despalillar y estrujar la uva. Estos días son agotadores. «Sí, pero trabajar aquí es un regalo. El paisaje, el Montgó, la gente... todo es especial», afirma Mara.

Los viñedos aumentarán. La bodega ha desbrozado y talado los pinos de una parcela de casi 6 hectáreas. Pero así, de buenas a primeras, no se puede plantar viñas. Los nematodos (gusanos) las dañarían. Tradicionalmente, la transición se ha hecho sembrando antes cereal. Y, claro, en Jesús Pobre, un pueblo de experiencias agrícolas innovadoras pero enraizadas, ha surgido el proyecto de «Blat de la Marina». Les Freses le cederá dos años a estos agricultores esos terrenos para que planten trigo. Será un gozo ver cómo esas casi 6 hectáreas verdean primero y luego, en junio, amarillean.

«La agricultura requiere mucha paciencia. Hay que seguir estos ritmos», advierte Mara Bañó.

Esta bodega, además de recuperar viñedos y paisaje y producir excelentes vinos (uno de ellos fermenta en tinajas de barro que son como las antiguas ánforas romanas), impulsa el enoturismo. Las visitas guiadas y las catas tienen un gran éxito. «Los urbanitas de Madrid o València alucinan cuando llegan aquí. Esto les parece el paraíso». Mara Bañó destaca que estos turistas tienen un perfil muy definido. «Piden que les recomendemos restaurantes. Se interesan por la cultura y por la historia. Les explicamos también cómo es ‘l’escaldà’ de la pasa. Y nos preguntan por los productos locales».

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