Un «arboretum» o arboreto (un jardín botánico de árboles y plantas leñosas) brota a un paso del Montgó y junto al Jardí de l’Albarda de Pedreguer. Abraza 27.000 metros cuadrados de bancales escalonados. Antes fue un huerto de naranjos. Llevaba muchos años abandonado. Los naranjos estaban muertos. Fundem (Fundación Enrique Montoliu), que es la propietaria del Jardí de l’Albarda y lidera el mecenazgo natural en la Comunitat Valenciana y en España, compró los terrenos. Se adelantó a que alguna promotora les echara el ojo y ampliara por este flanco la urbanización de la Sella.

El arboreto mediterráneo será de uso público y conectará a los vecinos de la Marina Alta con la naturaleza. Verán crecer los árboles que ellos mismos han plantado. «El objetivo es promover la educación ambiental y que se cree empatía con el territorio y la naturaleza», explicó ayer el ambientólogo y guía del Jardí de l’Albarda Ángel Pérez.

Un centenar de voluntarios convocados por Fundem y Trebuu, una organización que promueve la biodiversidad y los microbosques, plantaron el pasado 13 de noviembre nada menos que mil árboles y arbustos de 30 especies. Fundem dispone de otros mil ejemplares que se sembrarán en primavera. Familias con niños participaron en esa experiencia de poner la semilla del arboreto mediterráneo. «Esos niños sentirán este bosque como suyo. Se crea una red de pedagogía y concienciación natural», subrayó el ambientólogo.

Esa primera acción supone recuperar el 20 % de los 27.000 m2. Con el medio ambiente hay que tener mucha paciencia. Ángel Pérez detalló que, entre otras especies, se sembraron robles valencianos o quejigos, carrascas, madroños, fresnos de hoja estrecha, lentiscos, cerezos de Santa Lucía, cipreses de Cartagena o alerces africanos y arces negros.

El ambiéntologo subrayó que es importante crear un bosque mosaico de gran diversidad de especies mediterráneas. Los árboles atraen a las aves, que esparcen las semillas y combaten las plagas (la dichosa procesionaria, por ejemplo). Son una bendición para los cultivos colindantes de cítricos y aguacates.

El suelo es fértil y se halla en una vertiente de umbría. Antes de la plantación, se regó con microorganismos. Fue una feliz idea de Pep Calatayud, de Calp. Aquí todos se implican.

Este proyecto de «restauración de un área degradada y conversión en un bosque mediterráneo» fue seleccionado en la II Convocatoria Medioambiental promovida por CaixaBank y Fundación Bancaja y en la V edición de los Premios Solidarios Rastreator.