En la Navidad de la sexta ola, Ómicron y los contagios desbocados, también hay historias de esperanza. Paloma Moset, que es naturóloga, escritora y coach, leyó en este diario la noticia de las médicas y enfermeras del centro de salud de Xàbia que el día de Nochebuena salvaron la vida a un bebé de mes y medio y a una niña de 3 años. Y quiso que se conociera el «milagro» de su padre, Francisco Moset, de 91 años y quien en Nochebuena sufrió dos infartos en Altea y sobrevivió. «Vi que se moría. Pero es una persona con una fortaleza enorme», afirma su hija, quien explicó que su padre le dijo sobre la medianoche que se sentía mal y, a continuación, se desplomó. Paloma, junto a otros familiares, lo subieron como pudieron en el coche y lo llevaron al centro de salud de Altea. «Los sanitarios se portaron de maravilla», rememora. A su padre lo trasladaron luego al hospital de Sant Joan (reside allí) y lo ingresaron en la UCI. El pasado miércoles recibió el alta y abandonó el hospital haciendo con la mano el signo de victoria.

«El dice que se ha salvado porque en ningún momento tuvo miedo», indica su hija, que recuerda que su padre, cuando tenía unos 40 años, ya sobrevivió tras precipitarse por el hueco de un ascensor desde un séptimo piso en Madrid.

«Es un superviviente nato. Los médicos dicen que es un extraterrestre. Para mí es un ejemplo».

Paloma recuerda que la noche de los dos infartos vivió momentos de gran angustia. De camino al centro de salud, afirma, se les cruzó un coche en el que iban varias personas de fiesta y con alguna copa de más. Les suplicaron que se quitaran de en medio que llevaban a una persona enferma y debían llegar cuanto antes al centro de salud.

El susto fue esa noche de aúpa. Pero Paloma afirma que se queda con la fuerza de su padre y con lo rápido y bien que se ha repuesto. «Me dijo que quería salir del hospital con el traje y bien perfumado. Y se molestó porque olvidé llevarle la corbata. Su entereza es digna de admiración».