Las olas remueven la historia. Mateo Blay, un vecino de la playa de l’Almadrava, avisó el pasado jueves al arqueólogo y director de los museos de Dénia, Josep A. Gisbert, de que las mareas del invierno habían desenterrado en este litoral y junto a la desembocadura del río Girona unos vestigios hasta ahora desconocidos. Gisbert y el arqueólogo Toni Vergel, quien el pasado verano recorrió de punta a punta las playas de Dénia (desde el Molinell a les Rotes) para localizar las casamatas de la Guerra Civil, confirmaron que esos restos, fraguados con el llamado hormigón republicano, eran de un nido de ametralladoras. Y con este descubrimiento ya se sabe que la Dirección de Defensa del gobierno de la II República levantó al menos 19 casamatas en la costa de Dénia. Hay vestigios de nueve. De las otras se tienen testimonios orales o referencias documentales.

Que este invierno haya salido a la luz una de estas construcciones de la que no había indicios significa que este patrimonio (los nidos de ametralladoras están protegidos como Bienes de Relevancia Local) puede seguir creciendo y conociéndose cada vez mejor. Dénia sufrió terribles bombardeos. De ahí que su costa se blindara con casamatas que distaban una de otra unos 800 metros.