En este tiempo de incertidumbre, los ciclos son un alivio, un refugio. Ahora ha comenzado el ciclo del trigo. Los agricultores del proyecto de Blat de la Marina, impulsado por la Associació Sociocultural del Riurau, están sembrando el cereal. El proyecto, que recupera paisaje, campos baldíos e historia (el valle del Montgó fue el gran granero de Alicante y prueba de esa actividad cerealística son las ruinas de los molinos de la Plana de Xàbia, de Jesús Pobre o de Gata de Gorgos), va a más. Sin prisa, eso sí. Este año estos labradores cultivarán 98 hanegadas (81.536 metros cuadrados).

El ritual de sembrar el trigo en Jesús Pobre

«Y tenemos más bancales apalabrados por si necesitamos aumentar la producción», avanzó ayer Vicent Mahiques. «Sí, es alguna hanegada más que el año pasado. Ahora que disponemos de segadora propia el proyecto cobra, sin duda, otra dimensión. Hay propietarios que también han sembrado trigo por su cuenta y luego nosotros se lo segaremos», indicó Carles Hostalet.

El ritual de sembrar el trigo en Jesús Pobre

El Blat de la Marina está enraizado en la tradición y, al mismo tiempo, tira del carro de la agricultura ecológica y sostenible. Estos agricultores (todos se ganan la vida en otros oficios, pero saben que el futuro está en el territorio) han convertido la siembra en un ritual. Ayer cultivaron un campo de Jesús Pobre como antaño, con el arado tirado por el haca (el robusto caballo percherón imprescindible en las tareas agrícolas). Primero abrieron surcos en lo que será un jardín botánico del trigo. Allí sembraron 21 variedades del terruño «Las semillas nos las han aportado el Instituto Nacional de Investigación Agraria y Víctor García, artífice de la Fundació Triticatum y uno de los grandes expertos en trigos antiguos», explicó Juanra Conca.

Este proyecto suma aliados. En la siembra tradicional, participaron cuatro destacados integrantes de la peña Amics del Cavall de Gata. Jaime Cardona, Antonio Leida, José Castillo y Luis Signes llegaron con sus carros y sus caballos de color alazán y llamados Rubio, Lucero, Estell y Baio.

Luego había que reponer fuerzas. El cocinero Pep Romany, del restaurante Pont Sec de Dénia, llevó un estupendo surtido de cocas. Son las primeras que elabora con Blat de la Marina y, en concreto, con la variedad amorós colorat. La masa es un delirio. Romany tiene en carta paella de grano de trigo assolacambres y olleta de blat de la variedad fartó.

Una de las singularidades del Blat de la Marina es que recupera granos autóctonos. Ayer se sembraron, además de los «gastronómicos» assolacambres y fartó, las variedades para harina amorós blanc y amorós colorat.

El cereal germina en Jesús Pobre y enriquece el paisaje y la naturaleza (atrae, por ejemplo, a aves que están en peligro de desaparecer en la Marina). También abona la esperanza de un futuro más sostenible y sencillo. Lo dicho: el ciclo del trigo es un refugio.