La nueva movilidad va a todo trapo, tan deprisa que se salta las licencias. La empresa islandesa Hopp ha desperdigado de la noche a la mañana 23 patinetes eléctricos de alquiler en Xàbia. Ha desembarcado sin avisar. Ni siquiera ha avisado al ayuntamiento. Y tampoco ha pedido permiso. Ha «olvidado» que para realizar una actividad lucrativa en la calle hay primero que obtener una licencia.

Los patinetes, fáciles de distinguir por su color verde, han aparecido este fin de semana en el paseo del Arenal, el centro histórico y el núcleo del puerto. La firma se expande en ciudades pequeñas. Quiere que los vecinos se acostumbren a desplazarse sin dejar huella de carbono. La filosofía es irreprochable. Pero fuentes municipales han confirmado a Levante-EMV que este negocio que sigue la senda del de las bicis de alquiler ha comenzado con mal pie.

Los patinetes se hallaban ayer en zonas peatonales como el paseo del Arenal, la plaza Celestino Pons (centro histórico) o las entradas a los supermercados. La ventaja que tienen para los usuarios es que los pueden alquilar, utilizarlos para desplazarse y dejarlos luego sin preocuparse. La «app» de este servicio permite localizar exactamente dónde está cada patinete.

Para alquilarlos solo hace faltan el salvoconducto que hoy en día abre todas las puertas: el móvil y la tarjeta de crédito. Los usuarios deben llevar su propio casco, eso sí, y ser mayores de edad.

Xàbia es el primer pueblo de la Marina Alta al que ha llegado esta nueva movilidad del alquiler de patinetes eléctricos. La empresa sí está ya en otros municipios de Alicante, como Torrevieja y Orihuela. Esquiva las grandes ciudades. Los pueblos de costa e invertebrados (Xàbia es un caso de libro, ya que tiene tres núcleos urbanos y urbanizaciones repartidas aquí y allá) son ideales para moverse con estos «scooters». Esta empresa islandesa ha descubierto ahí un mercado. El problema es que la movilidad acelera y la burocracia tiene otros tiempos. Sin licencia, poco camino van a hacer los patinetes eléctricos.