«Yo, robot... camarero». Sí, el futuro imaginado por Isaac Asimov empieza a convertirse en realidad. Uno de los personajes de su novela, defensor a ultranza de la inteligencia artificial, da la cara por los autómatas: «Para usted, un robot es un robot. Mecánica y metal; electricidad y positrones. ¡Mente y hierro! ¡Obra humana! Si es necesario, destruida por el hombre. Pero no ha trabajado usted con ellos, de manera que no los conoce. Son más limpios, más educados que nosotros».

La ciencia ficción ha aterrizado en una de las calas con más tirón del litoral valenciano. «Bella», el robot camarero, ha llegado a la Granadella de Xàbia. El histórico restaurante Sur, que la familia Estalrich abrió hace 63 años en este paraíso natural, es pionero en la Marina Alta en apostar por la inteligencia artificial.

La hostelería tiene problemas para encontrar camareros. Es un trabajo de temporada y sacrificado, y los sueldos no son para tirar cohetes. Los eficientes robots piden paso.

«Nos echará una mano y podremos tener más tiempo para atender y charlar con nuestros clientes. No vamos a reducir la plantilla», aclaró ayer José Ángel Estalrich, que insistió en que han incorporado el robot no para sustituir a camareros, sino para liberarlos de las tareas penosas como la de retirar los platos sucios o ir cargados con bandejas.

«No vamos a perder el trato humano. Es nuestra razón de ser»

«No vamos a perder el trato humano. Es la razón de ser de nuestro restaurante», afirmó ayer Ana Estalrich, que explicó que el robot les liberará de ir cargados con bandejas. «Podremos dedicar más tiempo a los clientes en lugar de ir siempre con prisas». Que el robot camarero se hiciera un hueco en la hostelería estaba cantado. Pero quizá parecía que tenía más cancha en grandes salones de celebraciones o en restaurantes de ciudades. El Sur es un negocio de hostelería familiar e histórico en Xàbia y la Marina Alta. Es de comida tradicional y de producto. Ha sido, eso sí, pionero en ofrecer un menú para celíacos. No les asusta innovar. Ahora apuestan por los robots.

«Bella» tiene una autonomía de batería de 12 horas. Cuenta con sensores para no tropezar con ningún cliente. Se mueve con determinación entre las mesas y, si se cruza un niño, se para al instante. Sonríe y habla. Con exquisita educación, pide a los clientes que le dejen pasar. Puede programarse incluso con las voces de los responsables del restaurante. Carga hasta 40 kilos. También canta cumpleaños feliz.

El robot camarero lo ha desarrollado la empresa china PUDU. Aquí lo comercializa la firma valenciana Muzybar Computer. «Bella» vale 12.000 euros. Todavía, eso sí, no está preparado para llevar grandes paellas. Todo llegará.