Desde el cielo, a vista de dron, se observa claramente que una obra de la magnitud de la variante de Benissa causa un inevitable impacto en el paisaje. La variante, de 4,5 kilómetros y que debe evitar que cada día atraviesen el centro urbano de Benissa nada menos que 12.000 vehículos, es la obra de nunca acabar. Las obras, adjudicadas por 21,8 millones por el ministerio de Fomento a la empresa OHL, comenzaron en julio de 2017. La mercantil tenía 32 meses para terminarlas. Ya va para cinco años y lo que falta. Este verano no estará abierta. Imposible. Eso sí, ya está en funcionamiento la nueva rotonda de la entrada norte al municipio en la que confluyen la salida de la AP-7 y la N-332. La variante pasará por debajo de este anillo.