Hay que hacer mucha pedagogía. El director de Cabo Rorcual, Eduardo Belda, advirtió ayer de que los investigadores de este proyecto, que lleva a cabo la Universitat Politècnica de València con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecólogica, han visto a embarcaciones que se cruzaban por delante de las ballenas rorcuales y que se arrimaban lo máximo posible para que sus tripulantes pudieran tomarse una foto con estos gigantes marinos detrás. También han sido testigos de que se corría la voz a través de las redes sociales y empezaban a acudir más y más embarcaciones avisadas de que pasaban ballenas por las aguas de Dénia y de Xàbia.

“Aquí tenéis un tesoro. Hay que saber cuidarlo”, indicó Belda en la charla sobre avistamientos de cetáceos que ofreció en la Marina de Dénia junto a Blanca Feliu, que también forma parte del proyecto Cabo Rorcual, y Toni Martínez, del servicio de Guardacostas de Dénia.

Las normas son muy claras: las embarcaciones no pueden acercarse a menos de 60 metros de los rorcuales. Es más, a esta distancia solo pueden estar durante un máximo de 10 minutos dos embarcaciones. “Y nunca hay que acercarse directamente ni cortarles el paso”, indicó Belda, que recalcó que la velocidad de navegación no puede rebasar los 4 nudos.

Incumplir estas normas es peligroso para las tripulaciones y para los animales. Además, puede separarse a una madre de su cría. Si los rorcuales aparecen inesperadamente junto a una embarcación, lo que hay que hacer es parar inmediatamente la hélice.

“Queremos seguir viendo rorcuales”, dijo Belda, que apuntó que si las embarcaciones en vez de acercarse a 60 metros se quedan a 100, una distancia desde las que se observa perfectamente a estos cetáceos, mejor que mejor.

Los investigadores de Cabo Rorcual avistaron el pasado verano 90 ballenas desde la torre del Gerro, una atalaya excepcional para la observación de cetáceos. Además, lograron “descifrar” los cantos de las ballenas grabados con los hidrófonos (estaban en les Rotes, el canal de Ibiza y el Cap de la Nau). Al principio, les costó mucho separar esos sonidos de los que genera el intensísimo tráfico marítimo.

La flecha que se le lanzará al rorcual para marcarlo con el dispositivo de seguimiento por satélite A. P. F.

Este verano quieren dar un paso más. La red de hidrófonos se amplia desde el golfo de Cádiz a Catalunya. Además, los investigadores quieren marcar a una ballena para saber qué ruta migratoria siguen estos grandes cetáceos. El pequeño dispositivo que permite el seguimiento por satélite irá en una flecha que se disparará con una ballesta. Hay que hacer blanco en la aleta. “El animal ni se entera del pinchazo. Queremos saber si pasa el Estrecho”.

Belda explicó que hay dos grupos de rorcuales en la Mediterráneo que no se relacionan entre sí. Uno nunca sale de este mar, mientras que el otro es atlántico y pasa por el Estrecho de Gibraltar. Las ballenas que se arriman al cabo de Sant Antoni y al litoral de Dénia y Xàbia podían pertenecer a ese grupo de rorcuales atlánticos. Saberlo con certeza ya sería dar un paso enorme en la investigación.

Este año se pone de nuevo en marcha el voluntariado Cabo Rorcual. Lo organiza la asociación Eucrante. Los voluntarios son cruciales en este proyecto de investigación. Comenzarán a otear el mar el próximo miércoles. Las observaciones se realizarán hasta el 25 de julio. La semana más intensa, en la que se reforzarán los turnos, es la del 27 de junio al 2 de julio. El pasado año en ese lapso se realizaron avistamientos todos los días.