Ya no ha secretos en la abrupta costa de acantilados de Xàbia. La cala de la Sardinera, a la que se llega tras caminar un buen trecho por una senda, era hasta ahora refugio de bañistas que huían del bullicio. Como mucho, levantaban un resguardo con las cañas arrastradas a la orilla por los temporales. Pero la estampa del litoral más recoleto está cambiando. A esta cala, llegan turistas que cargan con todos los gadgets (artilugios) playeros posibles. Han llevado incluso un fantástico unicornio flotante. Y han montado una carpa de grandes dimensiones. De la sombrilla al sombrajo. Estos toldos están prohibidos en las playas de Xàbia.

Lo de bajar a estas calas otrora secretas acarreando neveras portátiles se ha quedado ya corto. Hay turistas que se lo montan a lo grande. Eso sí, debieron sudar la gota gorda para transportar a cuestas por la quebrada senda sillas y mesas portátiles, neveras, flotadores y la carpa. Todo sea por armar el campamento en una de las calas más bellas del litoral valenciano.