La lluvia y el granizo han aplacado el incendio de la Vall d'Ebo que ha devorado 11.700 hectáreas en la Marina Alta y el Comtat. La esperanza ha caído del cielo. Y también se ha dibujado en ese horizonte límpido y claro, tras días de humo y cenizas, que ha quedado tras el chaparrón. Ha salido el arcoíris. Sus vivos colores contrastaban con el negro y gris de las montañas calcinadas. La imagen, que inyecta ilusión tras la catástrofe, la ha captado Ferran Siscar, que es vecino de Pego.