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El fuego penetró en el santuario neolítico de Pla de Petracos por la falta de desbroce

La densa vegetación, que el consistorio de Castell de Castells está obligado a reducir, causó que las llamas pusieran en peligro las pinturas rupestres

Las llamas saltaron la valla y prendieron en la vegetación que está debajo de las pinturas A. P. F.

El incendio que se originó por un rayo en la Vall d’Ebo y que devastó 12.150 hectáreas de 15 municipios del interior de la Marina Alta y el Comtat ha pasado a la historia. Es el peor que ha sufrido desde siempre este territorio. Ha sido tan destructivo que también ha amenazado el remoto pasado. El fuego, como ya avanzó este diario, penetró en el santuario neolítico de las pinturas rupestres de Pla de Petracos, en Castell de Castells, uno de los conjuntos de arte prehistórico más importantes de la Península Ibérica. Este yacimiento está declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

El fuego es caprichoso (el viento le hizo dar sorprendentes bandazos). Pero sobre el terreno se ve claro que las llamas “esquivaron” los campos de cultivo (funcionaron, de hecho, como un cortafuegos natural) y avanzaron voraces en las pinadas y allí donde densos arbustos habían colonizado los bancales abandonados. Por contra, carrascas y acebuches frenaron el incendio.

En el Pla de Petracos, las llamas saltaron las vallas que protegen de expolios y del incivismo las pinturas del arte levantino y macroesquemático. El fuego prendió al otro lado de esos cerramientos de metal. La falta de desbroce de esa parte del yacimiento provocó que el incendio pusiera en peligro las manifestaciones artísticas más antiguas de la Marina Alta.

Los arbustos también eran espesos en toda la ladera de este abrigo de arte rupestre.

Vegetación calcinada en el abrigo de las pinturas rupestres A. P. F.

Las pinturas, aparentemente, no resultaron dañadas. No obstante, el humo y la elevada temperatura, que puede llegar a agrietar la piedra y a provocar que se desprendan lascas, son agentes potenciales de deterioro e incluso de daño irreversible.

Hace 14 meses la Diputación y el alcalde de Castell de Castells, Vicente Tomás Estalrich, firmaron un nuevo convenio para conservar, mantener y reparar este santuario neolítico. Y el reparto de obligaciones queda muy claro. La diputación aporta una subvención anual de 40.000 euros al ayuntamiento para que se encargue, entre otros cometidos, del mantenimiento del yacimiento. Esa tarea incluye el desbroce y reducir la espesura de la vegetación para evitar lo que ha ocurrido ahora, que el fuego amenace la prehistoria de la Marina Alta. Otra obligación del consistorio es la de realizar cada semana una inspección al yacimiento.

Estas representaciones rupuestres las han visitado más de 250.000 personas desde 2011, cuando se firmó el primer convenio para conservar el yacimiento y el espacio expositivo e interpretativo creado en Castell de Castells.

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