Cada muñeca «cuenta» una historia. María Sendra Boronat tiene buena memoria y las recuerda todas. Su colección impresiona. Ha reunido durante 40 años más de 2.000 muñecas. Las hay de prácticamente todos los países. Esta colección es un mundo. Examinarla es dar la vuelta al orbe. Es descubrir el folclore, la artesanía, la indumentaria de lugares cercanos y remotos. Las muñecas están en todas las culturas. Son universales.

María muestra una de sus muñecas más queridas. La hizo una niña saharaui que estuvo un verano en su casa. A. P. F.

«La afición a coleccionarlas comenzó cuando era una niña. Mi madre tenía una amiga francesa que me regalaba unas muñecas preciosas», explica María. Esta vecina de Calp ha organizado antes dos exposiciones de su impresionante colección. La última, en el museo calpino del coleccionista, tuvo lugar hace casi diez años. Ahora volverá a mostrar ese enorme tesoro de muñecas. Los días 1 y 2 inaugura la exposición «Nines del Món». La ha montado en un local de la calle Óscar Esplá. El espacio se le ha quedado pequeño. «Hay muchas que no puedo exponer. Mira todas las que hay y yo las veo un poco apretadas».

Vale la pena fijarse bien y descubrir las singularidades de cada muñeca. María confiesa que en su decisión de coleccionarlas laten «tres pasiones»: su amor por la indumentaria tradicional, su afición a la geografía y el placer de viajar.

«Además, he trabajado en una empresa de alquiler turístico (se jubiló hace dos años) y mucha gente me traía muñecas. Todavía me las siguen regalando. Eso sí, intento no ir a los mercadillos, ya que no puedo resistirme a comprarlas. Creo que es un impulso que tenemos todos los coleccionistas», explica.

Una muñeca tradicional ucraniana. Las hacen las abuelas y no utilizan agujas A. P. F.

A todas las muñecas les tiene cariño, pero hay una que para ella es muy especial. La hizo una niña saharaui de 8 años que, gracias a la campaña «Vacances en pau», estuvo un verano en casa de esta vecina de Calp. «Es sencilla, pero significa mucho para mí».

María habla de sus muñecas y demuestra que estos objetos son más que juguetes o elementos decorativos. Hay mucha historia. Explica que en Ucrania las hacen siempre las abuelas y no utilizan agujas. También revela que la muñeca más antigua de su colección perteneció a su abuela. Es una muñeca inglesa y su bisabuelo la compró en 1903 ó 1904 en un mercadillo de València. Mientras, el «cuerpo» de las muñecas de la República Checa es de paja de maíz. Otra muñeca, una «payesa mallorquina», tiene 68 años y María afirma que le recuerda a su abuela Consuelo.

Esta coleccionista es concienzuda. Tiene inventariadas todas sus muñecas (exactamente 2.058) y apunta el país del que proceden y cómo llegaron a sus manos.