Una aventura pionera: de Calp a Ibiza en globo

Miquel Mesegué y Àngel Aguirre realizan el primer vuelo aerostático entre la Península y la isla

El globo, el Raimat, al tomar tierra en Ibiza. | VICENT MARÍ

El globo, el Raimat, al tomar tierra en Ibiza. | VICENT MARÍ / Marta Torres Molina. ibiza

Marta Torres Molina. ibiza

Es la una de la tarde cuando la barquilla del Raimat toca tierra en una finca perdida entre las montañas de Sant Agustí. Es un momento tan histórico como discreto. En la barquilla van Miquel Mesegué y Àngel Aguirre. Han logrado una hazaña: son los primeros en cruzar en globo aerostático el canal de Ibiza, los primeros en unir en ese dieciochesco medio de transporte la Península con las islas.

Una gesta con la que ambos, socios fundadores de Globus Kon-Tiki, llevaban más de veinte años soñando. «Pero nunca, por disponibilidad o por el tiempo, podía ser», comenta Mesegué. El vuelo comenzó a fraguarse pocos días antes de Navidad: «El jueves de la semana pasada vimos que había muy buenos pronósticos». Sin embargo, aunque la meteorología se lo ponía en bandeja y tenían globos libres, ambos eran conscientes de que estas son fechas complicadas por los muchos compromisos familiares. Vieron que el día bueno era el 28 —«el 29 ya entra otro viento y no se podía»— y decidieron lanzarse.

Así, ayer al amanecer el Raimat iniciaba ese vuelo pionero. Lo hacía en Calp. El globo se alzaba sobre el Penyal d’Ifac. En un principio, relatan, la idea era salir de Dénia, pero al comprobar el viento a las diferentes alturas —«una cosa es volar a cien metros, otra a mil, y el viento va variando con la altura»— se dieron cuenta de que aunque Dénia está más cerca de Ibiza, desde Calp, unos 35 kilómetros más al sur, podían encarar mejor la travesía, que comenzaba a las ocho y media de la mañana. Su equipo de tierra en Calp, Josep Centellas y Salvador Mateu, les deseaba suerte y el popular meteorólogo Francesc Mauri compartía en sus redes un vídeo del despegue y les hacía una recomendación no exenta de guasa: «No os paséis de largo, que la isla es pequeñita».

Empezaba, así, un vuelo sobre el mar de cuatro horas y media. El globo toma altura y el paisaje «va dejando de serlo para convertirse en mapa», como decía Ramón J. Sender. Los tripulantes se mantienen en contacto en todo momento con la torre de control del aeropuerto de Alicante, primero; de los aeródromos de València y Palma, después, y, ya por último, la torre del aeropuerto de Ibiza. «Previamente se envía un plan de vuelo, para pedir autorización», explican los aventureros, que durante la travesía, avistando ya tierra ebusitana, colgaron una foto sobrevolando un mar de pequeñas nubes. «Siempre hay algo de tiempo libre para disfrutar», afirma Mesegué, sorprendido por la calma del trayecto. «Ha sido mucho mejor de lo que esperábamos», recalca. Un despegue suave y una travesía apacible sobre el mar, donde la falta de montañas reduce los cambios en el viento.

Los dos pilotos en un momento de su histórica travesía

Los dos pilotos en un momento de su histórica travesía / Globus Kon-tiki

Una hora antes de que el Raimat toque tierra, su oronda figura se puede ver, recortada en el cielo, desde es Cubells. «¡Están a la vista!», exclama el responsable del equipo en tierra de Ibiza. «Hemos aterrizado junto a una casa», explica Mesegué, riendo al recordar la bienvenida de la propietaria, una mujer originaria de Suiza con la que, incluso, se han hecho fotos. Y con el globo, obviamente, que media hora después está ya recogido. «Tenemos bastante maña», bromean los pilotos. «Cuando haces algo así es porque tienes claro que lo vas a conseguir», afirman.

Los pilotos y el equipo de tierra en Ibiza tras el aterrizaje

Los pilotos y el equipo de tierra en Ibiza tras el aterrizaje / Vicent Marí

La mayoría del vuelo, narran, lo han hecho a unos dos mil metros sobre el mar, aunque en algún momento se han alzado hasta los 2.500. La velocidad, señalan, ha sido de entre 30 y 40 kilómetros por hora, y han probado diferentes vientos por si les convenía girar «un poco». «No tenemos timón. El globo es el único medio de transporte que no lo tiene, hasta un paracaídas cuenta con él. Nosotros no tenemos esa posibilidad y tenemos que buscar esos giros con el viento», explica el piloto, que asegura que no es extraño que jamás, hasta ayer, se hubiera cruzado el Canal de Ibiza en globo. «Lo extraño es que se haya hecho. Todo ha ido muy bien, ha sido un vuelo muy plácido, pero llevamos muchos años haciendo esto y eso te da una visión diferente de la aventura que supone. Es complicado. Por eso no lo ha hecho nadie», indica Mesegué.