Comienza el Feslalí, el festival que da a conocer la cultura, la historia, la riqueza natural y paisajística y la gastronomía de Alcalalí, un municipio de la Vall de Pop, en el interior de la Marina Alta. El festival es la excusa perfecta para pasear por las calles de este pueblo. Se respira paz. Alcalalí está rodeado de un preciso paisaje rural. Ahora debería producirse la gran floración de los almendros. La plaga de la Xylella fastidiosa ha hecho estragos. Aún así, el paisaje natural y agrícola es magnífico.
Los dos hitos urbanos que se vislumbran desde lejos son la torre medieval, construida en el siglo XIV sobre una fortaleza islámica, y la torre de la iglesia de la Nativitat, del siglo XVIII.
La plaza es muy acogedora. Siempre hay ambiente. Los ciclistas para en los bares del centro del pueblo. En ellos se puede degustar la estupenda gastronomía de Alcalalí. También es punto de encuentro para iniciar excursiones y rutas.
Alcalalí quedó totalmente despoblado por la expulsión de los moriscos en 1609. La ermita de Sant Joan de Mosquera, del siglo XV, se hallaba en el poblado morisco de Mosquera, que contaba en 1577 con 30 casas.
Otro lugar imprescindible de visita es el Museo Etnológico, que se sitúa en una antigua almazara rehabilitada que fue propiedad de la Cooperativa Agrícola de San José. Ahora es municipal.
Subir a la torre medieval es toda una experiencia. Es una atalaya desde la que se domina todo el valle. En la torre hay antiguos e interesantes grafitis medievales.
Otro punto pintoresco es la ermita del Calvari, construida entre 1952 y 1954. Su escalinata es impresionante.