La fauna de la Marina está loca, loca, loca: zorros a plena luz del día, culebras en invierno y garzas que callejean
Los jabalíes no son los únicos animalillos que van con el pie cambiado

Un zorro, a plena luz del día / A. P. F.
Rebelión en la comarca. La fábula de George Orwell ("Rebelión en la granja", una sátira sobre los totalitarismos) se reescribe en la Marina Alta en términos estrictamente faunísticos. Bueno, no estrictamente faunísticos. Si los animalillos van con el pie cambiado, si andan despistados y si renuncian a sus naturales costumbres, es consecuencia de que el hombre altera los hábitats e invade sus territorios (el imparable urbanismo depredador). El cambio climático (también inducido por el hombre) altera los hábitos de los animales.

Una culebra sobre el muro del paseo de Xàbia junto al río Gorgos / A. P. F.
Por tanto, esta rebelión en la comarca es igualmente ideológica que la que denunció Orwell. El sexto sentido de los animales indica que se quiebra un equilibrio. Los negacionistas deberían pasear más. La epidemia de pinos secos y muertos (el Montgó está gris), los jabalíes que pasean a sus anchas por las calles, los caprichosos y catastróficos fenómenos climaticos, las plagas en la agricultura (la Xylella ha destruido los almendros), el abandono de cultivos, los reiterados incendios, la pérdida de hábitats... Ahí afuera ocurre algo.
Lo llamativo, claro, es que los robustos jabalíes se dejen ver por los pueblos. El Verger, Els Poblets y Ondara ya están actuando de forma decidida para poner coto a la proliferación sin fin de estos animales. Pero hay más signos de que la fauna está, como poco, desconcertada.

Un zorro lame un despojo en la calzada de la carretera de Gata a Llíber / A. P. F.
Cada vez es más frecuente ver zorros, animales de natural nocturnos, a plena luz del día. Este sábado, a mediodía, un zorro lamía un despojo en la carretera de Gata a Llíber (carretera de montaña). Si pasaba un coche o un ciclista, se escondía en la cuneta; luego salía otra vez y volvía a dar lengüetazos a la calzada. Los zorros también empiezan a corretear por los pueblos. Eran huidizos. Ahora, como ocurre con los jabalíes, buscan la comida basura. El dichoso "fast food" también atrae a los animales; se están acostumbrando a hociquear en los contenedores.

Una garza en las calles de Xàbia / A. P. F.
Culebras en invierno
Otro hecho insólito es descubrir ahora a animales que suelen salir en primavera y en verano, cuando ya hace calorcillo. En el murete del paseo que está junto al río Gorgos en Xàbia, se ha visto a una serpiente de herradura, especie termófila (adora el sol). En pleno invierno, estas culebras reptan tan panchas. Las estaciones también están alteradas.
También en Xàbia se ha visto estos días a una garza callejear por el barrio de Thiviers. Estas aves son más de cauces de ríos y de humedales. No se suelen arrimar a los núcleos urbanos.
Todos estos animales no hablan (los de la fábula de Orwell sí eran parlanchines), pero quizás están diciendo algo. Quizás.
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