La bici da de comer al turismo de invierno en la Marina Alta

La comarca vive estas semanas su apoteosis ciclista; sus carreteras son un trasiego constante de equipos profesionales y pelotones y "grupetas" de aficionados

Los ciclistas se entretienen con una cabra en la cima, a 540 metros sobre el nivel del mar, de la Vall d'Ebo

Los ciclistas se entretienen con una cabra en la cima, a 540 metros sobre el nivel del mar, de la Vall d'Ebo / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

Tanto darle vueltas a eso de romper la estacionalidad del turismo y resulta que la respuesta ha llegado sobre ruedas y a pedales. La bici es el maná turístico de invierno en la Marina Alta. La comarca se convierte entre diciembre y febrero en un gran escaparate ciclista. Los aficionados a este deporte tienen los ojos puestos en si Tadej Pogacar (ganador de tres Tour de Francia y de un Giro de Italia y quien luce esta temporada el maillot arcoíris de campeón del mundo) bate el récord en la ascensión al Coll de Rates (Parcent y Tàrbena) o en si Jonas Vingegaard (ganador de dos Tours) sube como un tiro a demarraje limpio. Por las carreteras del interior de la Marina Alta entrenan ahora las grandes estrellas del pelotón internacional. Los ciclistas pasan como una exhalación a los aficionados y "globeros" en el puerto de montaña de la Vall d'Ebo (otro de los preferidos por los profesionales para afinar la forma). Es un espectáculo. La ganadora femenia del último Tour de Francia Katarzyna Niewiadoma también ha subido a ritmo endiablado por esta serpenteante carretera que comienza en Pego.

Ahora, en estas semanas, se vive la auténtica apoteosis ciclista. Las escuadras profesionales están concentradas en hoteles de Calp, Altea, Benidorm, Dénia o Pedreguer. Quizá es en estos días, cuando el inicio de la temporada ya está ahí mismo, cuando más corredores ruedan por la Marina Alta. En la cima de Vall d'Ebo, coincidieron este pasado sábado los equipos Cofidis, Arkéa, Intermarché, Jayco AlUla o el Movistar femenino. Los profesionales pasaban de uno en uno. Hacen series. Se exprimen. Lo suyo es disciplina estajanovista. Mientras, los "globeros" se lo pasan pipa. Les adelantan las centellas. Y ellos se retuercen encima de su bicicleta y suben al trantrán.

Ciclistas profesionales coronan el puerto de montaña de la Vall d'Ebo

Ciclistas profesionales coronan el puerto de montaña de la Vall d'Ebo / A. P. F.

Ya arriba, en la cima, desde donde se atisba el mar y el azulísimo horizonte, los profesionales y los aficionados se entretuvieron con las cabras. La Marina Alta es de contrastes. El turístico litoral está hiperurbanizado. Pero el interior mantiene la esencia rural. Los ciclistas buscan esas carreteras rompepiernas del interior de la comarca. Hay, además, pocos coches. Puede ocurrir que en tramos como el de Pla de Petracos a la Vall d'Ebo, en el de la Vall d'Ebo a la Vall d'Alcalà y a Tollos o en las subidas a Bèrnia por Pinos o al Miserat de Pego los corredores no se crucen ni con un coche. Estos entrenamientos de pretemporada también son de preparar el coco y forjar carácter (el ciclismo es un deporte de una exigencia máxima). Y no hay mejor lugar para olvidarse del ruido y del fragor de la temporada que estas solitarias y bellas carreteras del interior de la Marina Alta.

Una luminosa cima de serpenteante carretera y que se asoma al Mediterráneo

Una luminosa cima de serpenteante carretera y que se asoma al Mediterráneo / A. P. F.

Labrar una identidad turística sostenible

Pues eso, la bicicleta (los profesionales arrastran a centenares de aficionados) da de comer al turismo de invierno. El ciclismo, además, pone en el mapa los pueblos de la montaña, pueblos que pueden labrar una identidad turística de sostenibilidad, naturaleza y deporte que está en las antípodas de la masificación y la especulación urbanística. La bici abre un segmento turístico de oportunidades. Es una alternativa al "sol y playa", aunque el sol y las suaves temperaturas del invierno también explican ese magnetismo especial que la comarca ejerce en los ciclistas.

Así pues, los conductores que maldicen y se exasperan cuando tienen delante una grupeta ciclista ya pueden ir pensando que estos turistas a pedales han obrado el prodigio: desestacionalizar.

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