Los dueños en primera línea en Dénia niegan que el cambio climático se trague las playas
Los propietarios afectados por el deslinde atribuyen la regresión a la presa d’Isbert y a la extracción de grava en l’Almadrava y el río Girona

El tramo que sufre ahora mismo más regresión en el litoral norte de Dénia; el mar se echa encima de las casas / A. P. F.

Los propietarios afectados por los deslindes en Dénia (el último, el de la playa de les Deveses, deja dentro del dominio público una treintena de casas) no arrojan la toalla. Anuncian que irán a Europa. Allí, aseguran, hay menos prejuicios respecto a la propiedad privada. Mientras, se afanan en aclarar lo que ellos consideran ideas preconcebidas sobre la regresión que sufren las playas de Dénia y que ahora es especialmente grave en un tramo de les Marines, el del Blay Beach, donde no queda nada de arena. Lo que sí hay son escombros, los de los muros que derribó en enero de 2020 esa colosal piqueta que fue el temporal Gloria.
Los afectados por la Ley de Costas en Dénia aseguran que la erosión de las playas no es consecuencia del cambio climático ni de la subida del nivel del mar. «Esa subida es, en la actualidad, totalmente irrelevante como causa de la regresión de las playas del Mediterráneo valenciano», sostienen. Afirman que en los «banys de la reina» (antiguas piscifactorías de época romana)de Xàbia, Calp y el Campello se ve claro que el mar no le ha ganado terreno a la tierra en los últimos 2.000 años.
Esa frase de que «el mar saca sus escrituras», que se utiliza popularmente para explicar los estragos que en las casas de primera línea provocan los temporales, les duele profundamente a estos propietarios. Defienden que ellos no han usurpado dominio público. «Construimos o adquirimos nuestras casas en los lugares indicados por los reguladores urbanísticos de la época -los ayuntamientos, la ayudantía de marina de Dénia y, más tarde, Costas- y a una distancia considerable de la playa», advierten, y recuerdan que tienen escrituras y pagan «impuestos desorbitados».
La regresión de las playas de Dénia la atribuyen a la construcción en 1945 de la presa d’Isbert, que ha supuesto «un continuado freno a las aportaciones de sedimentos a la costa; a las extracciones de gravas de la playa de l’Almadrava (aseguran que esos áridos se utilizaron, por ejemplo, en la construcción de la fábrica de Madalenas Ortiz en el Verger);a las extracciones también de grava en el lecho del río Girona, o a que antes de los años 70 se sacaba sin parar arena de les Deveses para llevarla a las cementeras de Cemesa o para la construcción.
"Decomisos sin indemnización"
Estos propietarios afirman que en la regresión de las playas «se observa una clara responsabilidad ambiental y patrimonial por parte del Estado». Lamentan que ahora se les culpe a ellos y se les apliquen deslindes que definen como «decomisos sin conceder ninguna indemnización».
La solución que apuntan es que se recupera el sedimento fluvial y que se hagan aportes artificiales de «millones de metros cúbicos de sedimentos» para contener la regresión, restaurar el litoral y generar dunas que resistan los grandes temporales.
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