Urbanismo

Las escaleras imposibles de Xàbia

El modelo urbanístico de Xàbia tira a veces por la vía directa. Los chalés construidos en las laderas de las montañas (las de la ladera sur del Montgó, por ejemplo) cerraron las sendas tradicionales. Para mantener los accesos, se optó por habilitar pasos públicos entre esas viviendas. Y esos pasos son escaleras imposibles, de infarto.

Escaleras imposibles: a la izquierda, uno de esos accesos de peldaños empinadísimos

Escaleras imposibles: a la izquierda, uno de esos accesos de peldaños empinadísimos / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

Xàbia

Escalones de hormigón. El urbanismo disperso de Xàbia, el modelo de chalés desperdigados por todo el término y arracimados en las laderas de las montañas (se busca altura para ganar perspectiva y un resquicio de mar), ha creado un laberinto de escaleras públicas. Los chalés destruyeron sendas tradicionales. Había que mantener algún acceso público. Entre las viviendas debía existir un paso que evitar que todo fuera un continuo de vallas y muros, una barrera infranqueable entre las urbanizaciones y las montañas. Y la solución del modelo urbanístico fue la de las escaleras imposibles de hormigón.

Las empinadísimas escaleras

Las empinadísimas escaleras / A. P. F.

Quienes pasean por el término, por el enrevesado dédalo de calles (otra perversión de la dispersión de chalés es que hay una maraña de calles, callejones y «culs de sac»), encuentran de repente un estrechísimo paso, una escalera comprimida entre parcelas de chalés. Por curiosidad, por descubrir a donde lleva el atajo, estos caminantes se ponen a subir escalones. Es un «tour de force». Los peldaños de hormigón son cada vez más empinados. La pendiente es casi imposible, de infarto. Se llega arriba sin resuello. Hay que parar a media escalera para respirar.

Los peldaños quedan comprimidos entre las parcelas de los chalés

Los peldaños quedan comprimidos entre las parcelas de los chalés / A. P. F.

Accesos de hormigón para sustituir a las sendas

Y, claro, el uso social de estas escaleras es nulo. Están escondidas. Solo quienes conocen el término como la palma de la mano saben de la existencia de estas derechuras. Y luego hay que estar en plena forma y tener mucho corazón y pulmones para alcanzar el último peldaño. Se echa de menos el zigzag de las sendas, la sabiduría ancestral de las vueltas y revueltas. Estos accesos públicos tirados en línea recta en laderas de mucha pendiente son otro de los vicios sin sentido del urbanismo de Xàbia.

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