Del "abstenerse peñas" al "abstenerse hostelería": la crisis de los locales comerciales en Xàbia y la Marina Alta
El cierre de las tiendas de siempre está transformando los pueblos y el modo de vida de los vecinos
El tejido comercial se empobrece y se abren bares donde antes hubo durante décadas establecimientos de compras

El curioso cartel colocado por el dueño de un local comercial de Xàbia: "Abstenerse hostelería" / A. P. F.

El chollo era el banco. Un propietario de un bajo comercial se daba con un canto en los dientes si una sucursal bancaria le alquilaba el local. Pero quedan cuatro bancos, y gracias. Las tiendas de siempre también estaban bien. Era comercio de confianza. De toda la vida.
Pero esos establecimientos tradicionales cierran sin remedio. De un día para otro, baja la persiana otra de esas tiendas que formaban parte del pulso cotidiano del pueblo. Abundan los locales vacíos. Sus dueños no pierden la esperanza de que vuelva el comercio. Pero parece una quimera. No son buenos tiempos para la compra de proximidad.
Mientras, se transforman los pueblos. Y los vecinos se adaptan a los nuevos negocios. Los gimnasios, por ejemplo, son un nicho con mucho músculo.
Hace años tener un local era lo mejor de lo mejor. Ahora lo rentable es el alquiler turístico de apartamentos y casas. Todo es un ir y venir. El comercio de siempre generaba apegos. El alquiler vacacional genera movimiento y negocio.
Ese cambio es imparable en los pueblos de la Marina Alta. Hay detalles que para nada son anecdóticos. Hasta ahora no era extraño que el propietario de un local vacío colocara un cartel de "se alquila" con un rotundo "abstenerse peñas". Temía el posible estropicio, que los festeros alborotasen y no dejasen pegar ojo a los vecinos.
"Bares, qué lugares"
Ahora, en un local del centro histórico de Xàbia donde hasta no hace mucho hubo una tienda de moda, el dueño ha puesto el letrero de "se alquila" y ha apuntado "abstenerse hostelería". Se resiste a que el casco antiguo se llene de bares. De momento, hay unos cuantos, pero no ha ocurrido que la hostelería lo cope todo.
El cartel, eso sí, confirma que cambia el modelo, que la riqueza y diversidad del comercio a pie de calle desaparece y se impone el negocio único.
Y quizá los vecinos que viven en los centros históricos empiecen a tener la sensación de que hay saturación de bares. Al menos dan a entender que los horarios y el bullicio de la hostelería (las calles son animadas terrazas) no se avienen bien con el uso residencial y el descanso.
Las tendencias hay que cogerlas al vuelo y ésta de bares que se abren en locales donde durante décadas hubo un comercio va a más en la Marina Alta.
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