Una nueva plaza que es un refugio climático y un ágora social y de cultura en Dénia

El espacio urbano ya ha demostrado su magnetismo nada más retirarse las vallas: han empezado a entrar numerosos transeúntes

Los arquitectos recuerdan que se inspiraron en el histórico cine Rosaleda, "un lugar fascinante al que entrabas y pasaban cosas"

Los toldos causan un efecto muy perceptible: la temperatura baja en seguida; el calor se llega a reducir en hasta 7 grados

La plaza con los toldos desplegados

La plaza con los toldos desplegados / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

Dénia

Aquí se puede aplicar el dicho de que los árboles a veces impiden ver el bosque. Sí, los hierros no dejaban ver la plaza. Hay que sacudirse los férreos prejuicios. Todo ha cambiado desde dentro. La perspectiva es otra. Los "anillos" que rodean este nuevo espacio urbano no son una barrera. Al contrario, ejercen un magnetismo especial. Ha sido retirar las vallas y empezar a entrar los transeúntes. Quizá la polémica (hay quien ha bautizado el lugar como "la plaza de los hierros") ha aguijoneado la curiosidad. Si es así, bienvenida sea la polémica.

No todos los días se gana una plaza en pleno centro de la ciudad. Dénia ha tenido una suerte tremenda. Se demolió el antiguo y ruinoso ambulatorio. El solar era una bendición. Podía surgir una plaza. Una plaza pegada a Marqués de Campo, esa gran arteria social y comercial. Ha costado lo suyo (más de un año de obras), pero ya se ha cerrado "la herida" que quedó en el corazón urbano. El término "herida" lo ha utilizado la concejala de Territorio, Maria Josep Ripoll. Sí, esa cicatriz ha desaparecido. En su lugar, hay "un ágora" y "un refugio climático". Ripoll ha insistido en que la arquitectura ha transformado este espacio. No es una plaza cualquiera. Es una plaza que surgió de un concurso de ideas y de la decisión de un jurado. Ha habido reflexión y se ha meditado mucho lo que para Dénia significa este lugar.

La Rosaleda, "otro mundo"

Los arquitectos José de Villar y Carlos Chacón ganaron el concurso. Chacón ha recordado que tiene una estrecha relación familiar con Dénia ("mi abuelo nació en les Bovetes"). Ha evocado la fascinación que le despertaba el desaparecido cine de verano de la Rosaleda. "Era como entrar en otro mundo, un lugar donde pasaban cosas". Y crear un espacio inspirado en la Rosaleda es lo que estos arquitectos buscaban al diseñar esta plaza, la plaza Maria Hervás.

Maria Hervás fue una pionera de la medicina y de la investigación hematológica. El alcalde, Vicent Grimalt, y Maria Josep Ripoll han explicado que querían que la plaza llevara el nombre de una mujer. Han insistido en que esta doctora y científica que luchó contra las desigualdades y que fue una destacadísima investigadora encarna perfectamente el objetivo de avanzar hacia un callejero más justo y feminista.

El alcalde también ha precisado que las obras de la nueva plaza se han financiado con fondos europeos Next Generation. Europa vio claro que la plaza se concibió como respuesta al cambio climático y a la necesidad de crear "refugios" frente a las olas de calor. Las obras han subido a 780.000 euros sin IVA.

Los concejales, los arquitectos y los responsables de las obras, esta mañana en la plaza abierta ya a los transeúntes

Los concejales, los arquitectos y los responsables de las obras, esta mañana en la plaza abierta ya a los transeúntes / A. P. F.

Carlos Chacón ha señalado que los toldos rebajan hasta 7 grados la temperatura. En la plaza no hay nada de hormigón ni granito (materiales que acumulan e irradian calor). El pavimento de los anillos es un ladrillo cerámico y el centro de la plaza, en el espacio donde se situará el público, está "alfombrado" con tierra de mortero. Los árboles (falsos plantaneros como los de la calle Marqués de Campo, almeces y erythrina o árbol del fuego por sus flores rojas), las enredaderas y los arbustos aromáticos no crecen de un día para otro. Hay que tener paciencia. Hay que darle tiempo a la naturaleza.

Intimidad y cultura

El arquitecto ha explicado que el anillo exterior de color verde (las pérgolas por las que treparán las buganvillas y enredaderas) y el interior de color ocre crean sensación de intimidad para quienes están dentro de la plaza. No obstante, esas estructuras no son una barrera. Invitan a pasar. Y eso ha ocurrido con los primeros vecinos que han pisado hoy la plaza. Pero, una vez dentro, sí que se tiene la sensación de estar en un lugar más recoleto, encarado al escenario y donde funcionarán de maravilla los conciertos y las actividades culturales. La megafonía y la iluminación ya están preparadas para ese uso.

Los toldos son de una tela que mece el viento. Se genera la sensación de una ola. La plaza tiene matices. Hay que descubrirlos. Lo dicho: que los árboles no impidan ver el bosque o, en este caso, que los hierros no sean obstáculo para disfrutar de este nuevo y sorprendente espacio urbano.

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