Una senda que recorra toda la costa de Benissa y Moraira y que puede ir más allá: hasta la Granadella y el Morro de Toix

Benissa y Teulada Moraira hacen camino. Estos dos pueblos se han unido para optar a diez millones de euros de fondos europeos. Uno de los proyectos que se financiarían con estas subvenciones sería el de terminar el paseo ecológico litoral de Benissa (una amplia senda pionera en España en la recuperación del uso público de la primera línea costera) y unirlo con los itinerarios de Moraira. El objetivo es que se pueda caminar de punta a punta, desde la cala de Llebeig, el punto más al norte de la costa teuladina, hasta les Bassetes, el tramo más al sur del litoral de Benissa.

Sería un gran trecho de ruta continua. No siempre se caminaría por senda. También hay paseos marítimos y aceras que van sobre el acantilado (la del Portet, por ejemplo). Pero poder hacer a pie kilómetros y kilómetros sin perder de vista el mar es, después de todo lo que se ha construido en esta costa, una maravilla, casi un milagro.

Estos dos pueblos van de la mano. Y abren camino. Se puede llegar más lejos. Bastante más lejos. Conectar este itinerario por el norte con la Ruta dels Penya-segats de Benitatxell (va de la cala de Llebeig a la de Moraig) está hecho. Y no sería complicado que la senda siguiera hasta la montaña pública de la Granadella y, por el Castell de la Granadella, bajase a esta cala de Xàbia. Luego, dado que los acantilados de Ambolo y el Cap de la Nau están abarrotados de chalés, resultaría más complicado encontrar el camino. Están las sendas de las históricas «pesqueres de cingle», pero el urbanismo de chalés de lujo las ha desdibujado e incluso se las ha apropiado.

Un sueño, un sueño posible

Por el sur, se puede conectar el paseo ecológico de Benissa con el sendero azul de la Calalga de Calp. Luego toca caminar por el paseo marítimo de la Fossa y llegar hasta la falda del Penyal d’Ifac. Se sigue por el paseo del Arenal Bol. El Borumbot y la Manzanera cuentan ya con un itinerario costero que pasa por delante de los icónicos edificios de Ricardo Bofill (la Muralla Roja, el Xanadú o el Anfiteatro). Falta estirarlo hasta la cala de les Urques y el Morro de Toix. Es posible. Un sueño posible.