La Xara, el arquitecto Josep Ivars y la colosal historia de los picapedreros

Las piedras tienen historia. La Xara, un pueblo relativamente nuevo (fundado en el siglo XIX), brotó de la piedra, del oficio de los canteros, picapedreros. El arquitecto Josep Ivars rescata ese pasado. Apasionante pasado. Historia labrada en piedra.

Josep Ivars, a la derecha, junto a Rosa Seser, Maite Pérez, Vicent Grimalt y Robert Miralles

Josep Ivars, a la derecha, junto a Rosa Seser, Maite Pérez, Vicent Grimalt y Robert Miralles / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

La Xara

La piedra. Esta historia es humilde y colosal. Se escucha el martilleo de desbastar la piedra. Rítmico. Paciente. «Tallaven la pedra com si fora cansalada» (Joan Palonés Sapena, el Tomaset). «Tot el terme de la Xara era una pedrera» (Josep Tomás Baño, el Quarteró). Hay muchos más testimonios. Testimonios fundacionales. La Xara es un pueblo fundado en el siglo XIX, un pueblo que brotó de la piedra. Un pueblo vinculado íntimamente a un oficio, el de los picapedreros. La impronta de esos trabajadores, rudos, honestos, pacientes, artesanos de la piedra labrada, se puede rastrear en toda la Marina Alta. Las jambas, dinteles y arcos escarzanos, también el umbral, de las puertas de las casas decimonónicas, la mayoría sencillas, algunas opulentas, de Dénia, Ondara, Pedreguer, Beniarbeig, els Poblets, el Verger, Gata, Orba, la Rectoria... revelan esa labor de «picar» la piedra.

La piedra y la Xara: una puerta con jambas, umbral y dovelas del arco escarzano de piedra finamente labrada

La piedra y la Xara: una puerta con jambas, umbral y dovelas del arco escarzano de piedra finamente labrada / A. P. F.

Josep Ivars Pérez, el arquitecto, el investigador, rescata esta historia humilde y colosal. Su trayectoria es admirable. Ha llevado a cabo por todo el País Valencià restauraciones ejemplares, intervenciones que se han convertido en paradigma de la preservación del patrimonio. Al mismo tiempo, ha desarrollado una labor intelectual extraordinaria, plasmada en libros imprescindibles en la difusión del patrimonio histórico y arquitectónico. Y siempre latía eso que el poeta y arquitecto Joan Margarit expresó en el poema «Vengo de allí»: «Lo que haya en mí de noble / sólo puede venir de la pobreza. / Ella con humildad retira el andamiaje / y deja muros rectos, verticales y clásicos. / Ella apartó la tierra con la azada».

La presentación devino en homenaje: la sala del antiguo BJ, repleta de amigos

La presentación devino en homenaje: la sala del antiguo BJ, repleta de amigos / A. P. F.

La Xara, su pueblo, los picapedreros, el oficio humilde, y la pasión por la arquitectura del pueblo, arquitectura cincelada por el tiempo y la historia, siempre han estado ahí. Siempre. Y ahora Josep Ivars, el intelectual generoso, comparte ese saber atesorado durante décadas de paciente investigación, años de «picar piedra», expresión que utiliza el historiador de Ondara Robert Miralles para describir acertadísimamente la laboriosa y abnegada (humilde y colosal) tarea del arquitecto xarí o xarero (orgullosos gentilicios).

Y ese saber empieza a ver la luz. El Ayuntamiento de Dénia y el Institut d’Estudis Comarcals de la Marina Alta (IECMA) han publicado el primer volumen de «La pedra picada. El lèxic i l’obra dels pedrapiquers de la Xara». El propio Josep Ivars; la presidenta del IECMA, Rosa Seser; la alcaldesa de la Xara, Maite Pérez; el alcalde de Dénia, Vicent Grimalt, y Robert Miralles presentaron este viernes en la sala del antiguo BJ de la Xara esa primera entrega, el pórtico de una obra llamada a tocar la cima de la ensayística de la Marina Alta y valenciana.

Josep Ivars y Ricard Pérez, quien sostiene el libro "La Xara, un poble del segle XIX", que ambos escribieron en los años 80

Josep Ivars y Ricard Pérez, quien sostiene el libro "La Xara, un poble del segle XIX", que ambos escribieron en los años 80 / A. P. F.

La sala estaba repleta de amigos del investigador y arquitecto. La presentación devino en homenaje. Josep Ivars despierta admiración y estima. Por su generosidad. Por su integridad. Por su compromiso por salvar y preservar el patrimonio. El arquitecto es de natural sencillo. Flaqueaban las fuerza. Él habla abiertamente de los estragos de la enfermedad neurodegenerativa que padece. Y pidió ayuda a dos amigos, Robert Miralles y Josep Andrés, para seguir adelante con el colosal proyecto. «No podía continuar yo solo», reconoce.

Curiosidad y pasión

Josep Ivars, con la colaboración de los dos colegas, terminó este primer volumen la pasada Navidad. El IECMA lo ha publicado en tiempo récord. Aparte de la rigurosa investigación, en cada línea aflora la pasión de la «recerca». Robert Miralles evoca esas jornadas de descubrir, «pueblo a pueblo, calle a calle, casa a casa», de buscar «de la ceca a la meca» el trabajo de los picapedreros. «Y lo pasamos de maravilla». Curiosidad y pasión. Y amistad. Eso también lo encarna Josep Ivars.

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