Dénia quiere memoria: Paco Roca y la identidad de los huesos
La biblioteca se llena de vecinos ávidos de "remover" el pasado y conocer, a través de las viñetas de "El abismo del olvido", la atrocidad de la represión y las fosas comunes y la historia de dignidad y humanidad y de lucha contra la desmemoria de Pepica Celda y Leoncio Badía

La biblioteca, repleta de público en la presentación de "El abismo del olvido" / A. P. F.

Estas viñetas remueven, claro que remueven. Los vecinos y vecinas llenan la biblioteca de Dénia. Se supera el aforo. Se supera con mucho. Los asistentes quieren remover el pasado, sacudirle a la historia la espesa capa de olvido, romper el silencio de la dictadura y de una transición miedosa y que se parapetó en la coartada de no abrir heridas. Las heridas, sin embargo, estaban en carne viva.

Paco Roca, Ricardo Engra y, en la pared, proyectada, una imagen de Pepica Celda / A. P. F.
Dénia quiere memoria. Paco Roca presenta en la biblioteca su cómic "El abismo del olvido". Le acompaña Ricardo Engra, fundador de la Asociación Valenciana del Cómic. Comienza el ciclo "Memòria i futur". Estas viñetas cuentan muchísimas historias. Paco Roca y Ricardo Engra inciden en que no hay memoria visual de la atroz represión del franquismo. "No hay fotografías del horror", advierte el dibujante y narrador. Nunca se documentaron con imágenes los fusilamientos, las torturas en las cárceles o el momento en el que se arrojaban los cadáveres a las fosas comunes. En cambio, en otras guerras, esa memoria sí sobrevivió. Ambos aluden a las fotografías que sí se tomaron de los campos de exterminio nazi de Auschwitz y Mauthausen cuando los aliados los liberaron.
Ese vacío, ese silencio, esa desmemoria, ese abismo son expresión del sadismo de la dictadura. A los familiares de los represaliados se les negó el duelo. El franquismo los desposeyó de las lágrimas.
Paco Roca reconoce que al principio tuvo "un poco de miedo" de enfrentarse a esa realidad de las fosas comunes. El periodista Rodrigo Terrasa, quien ha realizado junto al dibujante el guión de "El abismo del olvido", le insistía en que había una historieta (una gran historia) en la tenacidad de Pepica Celda, la hija que luchó por recuperar los restos de su padre, Pepe, fusilado tres meses antes de que le llegara el indulto. Además, Pepica llevaba a otras historias como la de Leoncio Badía, el enterrador de Paterna que furtivamente ayudaba a las viudas, huérfanas y familiares a dignificar a sus muertos.
Y también había que dibujar los fusilamientos, el miedo, el horror, la represión, el dolor y coraje de esas mujeres, las familiares de represaliados y asesinados, que los velaban en la intimidad (con las fotografías, sin los cuerpos), que preservaban su memoria, que se juntaban para recordarlos. "El abismo del olvido" también recupera la labor de los arqueólogos y antropólogos forenses que abren las fosas comunes y "dan voz a los huesos" (expresión que utilizó la periodista Leila Guerreiro).
"Devolver la identidad a los huesos"
"A Pepica, su madre, Manuela, le pidió que sacara a Pepe de la fosa común a la que se le arrojó como si fuera un animal. La madre quería tener a su marido con ella, en un nicho. Pepica se lo tomó como un mandato. Luchó hasta cerrar esa herida", señala Paco Roca, que subrayó que exhumar los restos de las fosas comunes es "volver a dar identidad a esos huesos". "Impresiona ver el caos de huesos. Devolverles la identidad es humanitario. Lo que hizo la dictadura con los fusilados fue más que quitarles la vida. Los quiso eliminar totalmente. Quiso arrebatarles también la memoria".
Paco Roca y Ricardo Engra insisten en que hay esperanza, en que la memoria prende en el presente y el futuro. "La esperanza es que ahora son los nietos los que quieren rescatar esas historias", afirma el dibujante y narrador.
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