El coraje de los "riberers" de Benissa: con 12 y 16 años, a trabajar como temporeros en los arrozales de València
Dos de los vecinos que durante varios años fueron a pie o en bicicleta a la campaña del arroz, José Llopis Crespo y Pepe Roselló Vidal, homenajeados en uno de los actos más emocionantes de las fiestas de la Puríssima Xiqueta

Los dos "riberers" homenajeados junto a sus familiares / A. P. F.

Los "riberers" de Benissa son un ejemplo de coraje. En aquellos años de penurias y hambre (el siglo XIX, el de la crisis de la pasa por la filoxera, y hasta la mitad del siglo XX, los años de la terrible posguerra), se echaban el morral a la espalda y se marchaban dos veces al año a los arrozales de la comarca de la Ribera. Dos de aquellos "riberers", José Llopis Crespo y Pepe Roselló Vidal, han recibido ahora, en el Dia dels Riberers, uno de los más emocionantes de las fiestas de la Puríssima Xiqueta, el homenaje de sus vecinos. El alcalde, Arturo Poquet, les entregó una placa. Y la pregonera de las fiestas, Maria Esquerdo Cabrera, recordó la peripecia de estos benisseros que, cuando todavía eran unos niños y acompañados de sus padres, hermanos y la cuadrilla, llegaron a la Roca de la Salve, se giraron hacia Benissa y le rezaron a la patrona, la Puríssima Xiqueta, para volver sanos y con algún dinerillo a su pueblo.

Las reinas de las fiestas hicieron la ofrenda en el "Monument del Riberer" / A. P. F.

La pregonera de las fiestas, Maria Esquerdo Cabrera / A. P. F.
La calle Purísima, en la plazoleta donde está el Monument al Riberer, estaba atestada de festeros y vecinos. Las reinas de las fiestas, Gala Ortolà y Martina Buigues, realizaron la ofrenda a estos temporeros del arroz, "un ejemplo de esfuerzo, valentía y sacrificio", destacó el alcalde, Arturo Poquet.

La banda de música, en el acto de "els riberers" / A. P. F.
Un jornal para ayudar a la familia
Maria Esquerdo recordó que su abuelo, Antonio Cabrera, también fue "riberer". Afirmó que estos jornaleros se marchaban a la Ribera (sobre todo a Sueca) dos veces al año. Permanecían allí unos 30 días en la campaña de sembrar el arroz y luego volvían y estaban otros 20 días para la siega. Iban a pie o en bicicleta y, más adelante, ya viajaron en tren.
José Llopis, explicó la pregonera, tenía 12 años cuando fue junto a su padre por primera vez a trabajar a los arrozales. Fueron a pie. Luego haría el trayecto en bicicleta. Fue "riberer" durante 7 años.
Mientras, José Roselló había cumplido los 16 años cuando con su padre, hermanos y la cuadrilla fue a la campaña del arroz. Con 20 años, tras volver de la "mili", compró junto a su hermana una carnicería y ya dejó atrás sus años de "riberer".
No obstante, ni uno ni otro olvidaron nunca esa experiencia, el duro trabajo, la abnegación de los temporeros y el sacrificio de dejar el pueblo y el hogar para regresar con un jornal que ayudara a la familia a salir adelante.
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