El descomunal impacto del incendio de la Vall d’Ebo: siguen retirando miles de pinos calcinados

Es un trabajo hercúleo. Cuando el incendio se dio por extinguido, ya sobrecogía recorrer las carreteras de montaña de la Vall d’Ebo y la Vall d’Alcalà y adentrarse en el negro bosque, en las masas forestales totalmente calcinadas. Han pasado 33 meses. El paisaje ha cambiado. Las lluvias de este invierno han sido extraordinariamente beneficiosas. Hasta hace poco el paisaje seguía siendo ceniciento. Ahora reverdece.

No obstante, los trabajos de restauración parecen no tener fin. En las laderas entre la Vall d’Ebo y la Vall d’Alcalà se siguen cortando y triturando miles de pinos carbonizados. Con las astillas se crea un manto que contribuirá a la regeneración. Mientras, en la escarpada orografía entre Beniaia (pequeño pueblo de la Vall d’Alcalà, pueblo que ya está en el linde con la comarca del Comtat), también hay «montículos» de pinos talados y apilados. En esta abrupta montaña (la del puerto de Tollos), se está llevando a cabo el proyecto financiado con fondos europeos de restauración de hábitats de herbazales prioritarios y bosque mediterráneo caducifolio y esclerófilo. Este último término alude a la resistencia de determinadas especies vegetales (carrascas, acebuches y arbustos como la coscoja o el lentisco) al fuego. Además, con los troncos de los árboles calcinados se han creado fajas para contener la erosión.

LIC de les Valls de la Marina

Estas montañas forman parte del LIC (Lugar de Interés Comunitario) de les Valls de la Marina. Su valor natural, paisajístico e histórico (paisaje cultural de moriscos, repoblación mallorquina, cultivos tradicionales y lucha contra la despoblación) es enorme.

El incendio arrasó 12.150 hectáreas. Se cebó con las masas forestales. Los mayor parte de los cultivos (olivos, cerezos o perelló) se salvaron. De hecho, los bancales labrados funcionaron como cortafuegos.