Arriesgada acrobacia: los bañistas se juegan el pellejo para colarse en la cala clausurada de Ambolo en Xàbia

Pasan por el extremo del acantilado colgados del vacío y agarrados a los barrotes del portón de hierro que colocó hace un año el ayuntamiento para asegurarse de que nadie bajaba a esta playa cerrada desde 2007 por desprendimientos

Los bañistas se cuelan por el extremo que da al acantilado y al vacío

Los bañistas se cuelan por el extremo que da al acantilado y al vacío / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

Xàbia

Pasan agarrados a los barrotes de hierro y colgados del vacío. Se tragan el vértigo. Mirar hacia abajo asusta. Los bañistas sortean por el extremo que da al acantilado el portón de hierro que el Ayuntamiento de Xàbia colocó el pasado año en el machacado acceso a la cala de Ambolo. Se juegan el pellejo. Contienen la respiración. Un mal apoyo, un descuido o que se escurra una mano serían terribles. Hay una caída de muchísimos metros. Colarse en Ambolo es un riesgo. Y, aún así, este fin de semana el goteo de bañistas que hacían equilibrios para superar la cancela de metal era constante.

Además, el empinado vial que llega hasta el portón se ha vuelto a llenar de coches aparcados. La masificación llega a la costa más recóndita. Hay una gran señal en el inicio la calle Richard Wagner, que es la que lleva a la cala, que deja claro que la playa de Ambolo está clausurada por desprendimientos. La señal también precisa que solo pueden bajar en coche los residentes de los chalés de lujo. La cala lleva clausurada desde 2007. El acantilado es inestable. Se desgajan grandes piedras. Las redes de metal instaladas hace años están hechas jirones. No han soportado el peso de las rocas.

El extremo por el que los bañistas se cuelan colgados del vacío y agarrados a los barrotes

El extremo por el que los bañistas se cuelan colgados del vacío y agarrados a los barrotes / A. P. F.

El ayuntamiento lo ha intentado todo para disuadir a los bañistas. Hace un año ya tomó la drástica medida de colocar un portón de metal. Antes había vallas. Los turistas las saltaban y se metían por los resquicios. La cancela parecía el obstáculo definitivo. Infranqueable.

Un grupo de bañistas baja hacia la cala tras sortear el portón de hierro

Un grupo de bañistas baja hacia la cala tras sortear el portón de hierro / A. P. F.

Arriesgada acrobacia

Pero el magnetismo de esta recóndita cala lleva a los bañistas a despreciar el peligro y superar el vértigo. Pasar, aferrado a los barrotes y colgado del vacío, da miedo. La acrobacia es arriesgada. No hay puerta que cierre este escabroso litoral.

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