Cuando Raúl López vio que su negocio iba de capa caída, se dijo a sí mismo que necesitaba un cambio. Tenía que prepararse para los años hostiles que estaban por venir, adaptarse a su nuevo entorno, innovar. Corría el 2007 cuando este vecino de Picassent abandonó la actividad a la que se había dedicado durante los últimos 43 años. Una actitud nada extraña en un comerciante, pero poco usual en un agricultor que se dedicaba al cultivo de naranjas desde los 15 años.

Hoy, Raúl acaba de terminar de recolectar su primera cosecha de kiwi y, según aseguran desde la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), es uno de los pioneros en la producción local de esta fruta típica de Nueva Zelanda. También siembra albaricoque y caqui, pero espera una mayor rentabilidad del kiwi. «Buscando, buscando uno encuentra», asegura en referencia a cómo llegó a este fruto tan poco común por estas latitudes.

El desplome de la economía española ha provocado que miles de personas se hagan el mismo planteamiento que se hizo Raúl en su día. «Si no encuentro trabajo, ¿debería crearlo yo? Pero ¿en qué sector?» «Mi negocio no va bien, ¿a qué me debo dedicar?» Ya son 8.825 los valencianos que se decidieron a emprender en lo que va del 2012, según el «Radar empresarial de Axesor» correspondiente a agosto. Una cifra que resultaría alentadora si no fuera porque el número de sociedades que se dieron de baja fue aún mayor: 13.046.

Pero en medio de esta «carnicería empresarial», unos pocos han conseguido mantenerse e, incluso, crecer. Este es el caso de los empleados de la escuela infantil de Alboraia que, cuando se vieron a las puertas del paro, decidieron ser sus propios salvadores. Solicitaron el pago único al Servef y con él fundaron una cooperativa que se hizo con la adjudicación de la escuela. Este es el tercer año en que la nueva Escuela Infantil Patacova está bajo las riendas de estos educadores, que no solo lograron conservar su trabajo, sino también obtener beneficios. «Hicimos una apuesta por el autoempleo, si bien no controlábamos la parte de ser empresarios. Por eso buscamos la asesoría de Fevecta (la Federación Valenciana de Empresas Cooperativas de Trabajo Asociado). Lo que hacemos es dar más por menos, y los padres lo notan», comenta Carlos Diéguez, uno de los fundadores.

Por el contrario, Eva López sabía exactamente qué hacer. Aún no ha acabado la carrera de Ciencia Empresariales, pero ya cuenta con una compañía que facturó cerca de 400.000 euros en 2011. «Tenía una idea guardada en el cajón y, cuando tuve la oportunidad, la saqué y funcionó», así describe Eva a Animala, sociedad que fundó en 2010 y que se dedica a la fabricación de juegos infantiles para tierra y agua. Los hoteles H10 e Insotel son algunos de sus clientes.

El sector tecnológico e industrial vive en la actualidad un auge emprendedor y prueba de ello es la gran actividad del Instituto Ideas de la Universidad Politécnica de Valencia. Aparte de Animala, la empresa de tratamientos del agua Acondaqua es otra de las que han surgido en el seno de este organismo. Todo empezó cuando Alejandro Pérez, su propietario, le planteó a su jefe utilizar una unidad móvil para realizar trabajos de campo. Al ver que su propuesta no arraigaba, decidió invertir en ella él mismo. Su éxito ha sido tal que, este año, se ha asociado a una compañía distribuidora para poner en marcha Nextfilt, un proyecto con el que exportará contenedores depuradores de agua que no necesitan electricidad.

Rafael Vidal, en cambio, tenía en mente crear su propia empresa desde sus años de universitario, pero esperó a contar con algo de experiencia. Cuando estableció la cooperativa Setival junto a otros dos socios a finales de 2006, no sabía que la crisis estaba a la vuelta de la esquina. Una vez que le pilló, la firma ya tenía una oficina en Madrid y unos ingresos de 300.000 euros. Hubo que tomar medidas. «Cuando vimos que la crisis iba para largo, decidimos centralizar las operaciones en Valencia e hicimos ajustes», afirma Rafael. Asimismo, al servicio de consultoría en servicios, sistemas de seguridad y gestión de calidad, se unió el de implementación de plataformas de e-learning. Entre sus proyectos están los campus virtuales de la Universidad Complutense y el de Valencia International University, así como otros en varios países de América Latina.