El Banco de Valencia vivirá en los próximos días el que será el último tránsito de su centenaria historia. La firma de la operación de compra-venta por un euro de la participación que tiene el FROB es ya inminente. Faltan algunas autorizaciones, pero lo seguro es que el 14 de marzo, cuando se celebre la junta de accionistas, la venta estará consumada. Se pondrá así punto y final al proceso iniciado hace quince meses, en noviembre de 2011, cuando el Banco de España decidió intervenir la entidad constituida por empresarios asturianos en 1900, refundada en 1927 por la burguesía valenciana y controlada por el Banco Central de Ignasi Villalonga desde la posguerra hasta 1994 en quela entidad ahora integrada en el Santander vendió su 24 % a Bancaja. La caja de ahorros llegó a poseer el 40 %, que traspasó a BFA/Bankia cuando en 2010 contribuyó al nacimiento del banco nacionalizado, en el que el año pasado acabó desapareciendo.

La venta de la entidad valenciana a CaixaBank se hizo pública a finales de noviembre de 2012, concretamente tres días antes de que el 30 de ese mes teminara el ultimátum dado por la Comisión Europea a las autoridades españolas: o encontraban un comprador o tenía que ser liquidada. De ahí, como dijo en Valencia a finales de enero el director general del FROB, Antonio Carrascosa, que al fondo público no le quedara más remedio que malvender la entidad valenciana. En efecto, CaixaBank, que ya ingirió sin ayudas el grupo Banca Cívica, de difícil digestión, se va a quedar la institución autóctona por un euro y con una protección ante futuras pérdidas del 72,5 % durante diez años, después de que el Estado inyecte 4.500 millones para sanear el balance, a sumar a los mil que ya aportó el año pasado con la ampliación de capital. Estamos hablando de algo más de 6.000 millones de euros, una cifra aproximadamente similar a la que hubiera tenido la liquidación.

Ayuda pública

Además de la generosa ayuda pública, fruto de una entidad que, por su mala gestión, había incurrido en 2012 en unas pérdidas de casi 3.600 millones de euros, CaixaBank recibe un banco relativamente saneado-en torno a 1.900 millones de activos tóxicos ya han sido traspasados a la Sare- y disminuido en su tamaño: Tras el ERE por el que se redujo la plantilla en 360 personas el año pasado, la entidad acaba de acordar con los sindicatos un nuevo ajuste laboral por el que su número de empleados prácticamente se reduce en un 50 %: 795 para un total de 1.613 hasta ese momento. Los hombres de CaixaBank, que tiene una unidad trabajando en la sede del Banco de Valencia desde diciembre, tendrán que hacerse cargo del cierre de oficinas. La Comisión Europea ha instado también a un abultado recorte en el número de sucursales del banco, actualmente en torno a las 360. En concreto, debe cerrarse el 90 %, es decir, unas 325, pero no todas ellas corresponderán a la entidad valenciana, dado que, como afirmó el consejero delegado de CaixaBank, Juan María Nin, el pasado día 1 tras la presentación de resultados, lo más probable es que la parte de la red que sufra mayores cierres sea la de la firma catalana en la Comunitat Valenciana, que presenta números equivalentes. El volumen de negocio, el tipo de clientela o la ubicación de cada local serán factores determinantes a la hora de decidir qué oficina de una entidad se queda con el trabajo de otra.

Son varias las dudas que CaixaBank debe despejar sobre el futuro del Banco de Valencia. Lo hará en las próximas semanas. De todas formas, ya ha dado algunas pistas, según las fuentes financieras consultadas, en especial con la designación del consejo de admnistración que regirá los destinos del banco a partir del 14 de marzo, cuando sea oficialmente nombrado por la junta de accionistas. Se trata de nueve personas vinculadas a la entidad catalana-en su mayoría, altos ejecutivo- incluido el presidente de Feria Valencia, Alberto Catalá, el único valenciano en ese órgano de gobierno. La designación de Catalá, desde hace años vinculado a Abertis, la filial de concesionarias del banco catalán, procedió directamente del presidente de CaixaBank, Isidre Fainé.

Pero el órgano de gobierno no parece que vaya a tener mucho recorrido. Todo indica que será transitorio y que desaparecerá en pocos meses. Como afirmaba una fuente del sector, en la banca va a acabar sucediendo como en el automóvil: «Cinco o seis consejos de administración [es decir, empresas] para gobernar muchas marcas». Si este pronóstico se cumpliera en el caso del Banco de Valencia, lo normal es que en unos meses la entidad fuera absorbida por CaixaBank al mismo tiempo que su marca se mantendría para seguir la vinculación con el territorio. Claro que no hay que olvidar que, en estos momentos, la marca Banco de Valencia está totalmente desprestigiada y cabe la posibilidad de que La Caixa, con una imagen de gran solvencia, se decante por deglutir la marca Banco de Valencia más pronto que tarde.

Las fuentes consultadas opinan que lo más probable es que CaixaBank opte por absorber el Banco de Valencia, sacarlo de la Bolsa y ofrecer a sus actuales accionistas minoritarios un canje de títulos ventajoso con los de la entidad catalana. El banco valenciano cotiza ahora en torno a los once céntimos. No obstante, el FROB ha consumado una ampliación de capital por 4.500 millones para restablecer el equilibrio patrimonial por la que se ha hecho con el 99,89 % del banco. Ese porcentaje es el que venderá por un euro a CaixaBank. Queda un 0,11 %, incluida la parte que sigue en manos de Bankia. La nacionalizada poseía casi el 40 % del Banco de Valencia a través de Bancaja, pero esa participación se ha ido diluyendo con las sucesivas ampliaciones de capital que suscribió el FROB. Las pérdidas ya las tiene provisionadas y, sin duda, venderá su minúscula parte a Caixabank en el momento procesal oportuno. Quedan los minoritarios, muchos de ellos buenos clientes tradicionales del Banco de Valencia. Darles un canje beneficioso de sus acciones por otras de CaixaBank supone un seguro para mantenerlos como clientes en un mercado que se presenta de batalla, tras la defunción total del sistema financiero autóctono, entre varias entidades: la citada Bankia como heredera de Bancaja y que está obligada por Bruselas a replegarse a sus mercados de origen, CaixaBank y el también catalán Sabadell, que en el proceso se hizo con la CAM.

La Justicia entra en acción

Claro que, al igual que les ha sucedido a sus dos competidoras, CaixaBank va a tener en su contra un handicap sobrevenido: la judicialización del hundimiento del banco valenciano. Conforme pasan las semanas se va haciendo más grande la bola por las irregularidades en la gestión de la antigua joya de la corona de Bancaja. La asociación de pequeños accionistas Apabankval fue la primera que presentó una querella ante un juzgado valenciano contra todo el consejo de administración por la comisión de supuestos delitos de falsedad contable y administración desleal en una serie de operaciones inmobiliarias y de otro tipo, incluida la toma de control de Aguas de Valencia, sobre la que CaixaBank también tendrá que tomar una decisión, dado que es accionista de su competidora Agbar.

Esta querella está pendiente de que la Audiencia Provincial resuelva los últimos recursos para ser remitida al juzgado de instrucción número 1 de la Audiencia Nacional, donde el juez Santiago Pedraz ya está investigando la denuncia presentada por el FROB contra los exconsejeros delegados, Domingo Parra y Aurelio Izquierdo, y la familia de empresarios castellonenses Calabuig. El pasado jueves, la rectora del citado fondo público acordó presentar otras siete querellas, en este caso por otras tantas operaciones contra la cúpula directiva del banco y varios empresarios, principalmente valencianos, que, según el FROB, causaron un perjuicio patrimonial a la entidad de 500 millones de euros. Las actividades supuestamente delictivas en la entidad presidida desde 2004 y hasta pocas semanas antes de su intervención por el también exmáximo dirigente de Bancaja, José Luis Olivas, son el colofón de una trayectoria centenaria que ahora ha quedado en manos de CaixaBank. No es previsible que el Banco de Valencia vuelva a tener otro dueño.

El futuro de la sede de la entidad

Una de las grandes incógnitas sobre el Banco de Valencia se encuentra en el destino final de su sede histórica. Es un edificio emblemático ubicado en la antigua arteria financiera de la ciudad-la calle Pintor Soroll-, donde muchas entidades, entre ellas Bancaja, tuvieron sus instalaciones hasta que la crisis financiera arrumbó con la mayoría de ellas. Se ha especulado con la posibilidad de que el inmueble pueda ser utilizado por CaixaBank, el nuevo propietario del Banco de Valencia, para ubicar su obra social en la autonomía, al estilo del CaixaForum en Madrid. Sin embargo, la estructura del edificio „a partir de la segunda planta fue construído como un inmueble de viviendas„ juega en contra de esta posibilidad. El pasado día 1, tras la presentación de resultados de 2012, el consejero delegado de CaixaBank, Juan María Nin, dijo que el edificio podría convertirse en la nueva sede de la entidad catalana en la Comunitat Valenciana. Cabe tener en cuenta que las instalaciones que esta ocupa ahora se encuentran muy cerca de las del banco, concretamente en la esquina entre Barcas y la Plaza del Ayuntamiento. j. c. valencia