Finlandia ya no fabricará dispositivos móviles. El consejero delegado de Nokia, Stephen Elop, cerró la última de ellas tras asumir el cargo. El símbolo industrial y tecnológico del país nórdico se ha diluido como un azucarillo. Hace poco más de una década su capitalización bursátil (200.000 millones) duplicaba el Producto Interior Bruto finlandés, del que llegó a representar el 15 %. El pasado martes Microsoft anunció la compra de la compañía por 5.440 millones, una cifra irrisoria.

Hay quien ha querido ver en esa operación la prueba definitiva de una estrategia que comenzó a tomar forma hace apenas tres años, cuando Elop dejó su cargo de alto ejecutivo de Microsoft para asumir el mando de Nokia. El presidente ejecutivo de la empresa fundada por Bill Gates, Steve Ballmer, siempre ha confiado en Elop. Aunque teóricamente ya no estaba en la compañía fue a uno de los pocos a los que comunicó su decisión de jubilarse en menos de un año antes de hacerlo público.

Stephen Elop nunca ha llegado a instalarse en Finlandia. Su familia ha permanecido en Seattle durante los tres años que lleva al frente de Nokia mientras él volaba regularmente entre el estado de Washington y Helsinki. Más que creativa, su tarea en la enseña nórdica ha sido la de un verdadero tiburón. Ha recortado miles de empleos, ha reducido el antes admirado departamento de investigación y desarrollo y ha vendido activos valiosos de Nokia, como su sede en Helsinki, además de cerrar la última fábrica de dispositivos.

Al mismo tiempo ha mostrado una sospechosa querencia por estrechar vínculos con Microsoft. Dejó morir el sistema operativo propio, Symbiam, para echarse en manos en exclusiva del de la compañía de Redmon, Windows Phone, renunciando a integrar en sus aparatos otros sistemas de mayor éxito como Android.

Aunque hay quien lo achaca a los errores cometidos en el pasado por Nokia, lo cierto es que Elop no puede presumir de haber reflotado a la compañía finlandesa. Cuando él llegó la cuota de mercado de móviles de Nokia era del 34 %, ahora se ha reducido al 3 % y las pérdidas, lejos de desaparecer, suman un centenar de millones de euros al trimestre.

Microsoft, la antigua empresa de Elop a la que ahora vuelve por la puerta grande sonando incluso como sucesor de Ballmer, confía ahora en despejar su propio futuro para hacer frente a los dos otros grandes gigantes que se han configurado en el sector: El de la suma del Android de Google con Samsung y el de Apple con su sistema operativo iOS