hora que empiezan a vislumbrarse en el horizonte los primeros síntomas de recuperación „lenta„ de la crisis económica iniciada en 2007, la más cruel desde hacía casi un siglo, parecen increíbles los pronósticos que se efectuaron antes de la recesión e incluso en su transcurso. Así, en 2006,« los 80.000 millones de euros que España atrajo en inversión de cartera» se basaban en «mitos positivos» que dibujaban una economía imparable: la vivienda no puede bajar, el apalancamiento bancario no era relevante para el crecimiento del PIB, España es más solvente que Alemania.... Aquellos mitos positivos se transformaron en negativos cinco años más tarde, cuando el país «se encontraba en la encrucijada de la peor ola vendedora de activos en décadas». En aquel momento, hacia finales de 2011, «España, democracia liberal con clase media, era juzgada por el mercado como más arriesgada que Egipto; se afirmaba que el euro estaba a punto de romperse, que la quiebra sistémica de la banca española arrastraba a la quiebra al soberano (aunque la última quiebra de España es de 1883), que España era un país incapaz de reformarse (a pesar de la batería de reformas aprobadas desde 2010) o que el país era insolvente (para lo cual el lúcido análisis consistía en evaluar niveles de endeudamiento sin molestarse en mirar los activos».

Quien así se expresa es el director académico de los Masters en Finanzas del IE Business School y socio de la firma de intermediación financiera Arcano Ignacio de la Torre, quien en febrero de 2013 publicó a través de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) un estudio sobre Los diez mitos de la economía española, que ponía en entredicho algunas de las máximas que muchos expertos daban por incuestionables en aquel momento.

De la Torre, por ejemplo, rebatía la afirmación de que España entraría en suspensión de pagos al no poder imprimir dinero y tener un endeudamiento del 363 % del PIB, el tercero mayor del mundo. Tras aclarar que, «aun cuando el país tuviera la facultad de imprimir su propio dinero (como Japón o Reino Unido), también podría incurrir en impago debido a la inflación», este experto rebajaba la deuda total al 268 % por varios motivos, entre ellos que «la deuda mayorista de los bancos no debería sumarse a la del resto de la deuda del país para calcular la deuda total». El motivo era simple: «si usted debe 100.000 euros a un banco y este a un inversor mayorista, esta deuda no debería contarse dos veces». Pero hay más, porque tampoco deberían contabilizarse «los préstamos entre empresas» (uno de Inditex a Zara, por ejemplo), que «representan el 27 % del PIB». Asimismo, «la deuda tóxica (la relacionada con el sector inmobiliario) representa el 40 % del PIB por su valor bruto, pero solo un 20 % a su valor neto, puesto que ya ha sido provisionada en un 50%». De la Torre argumentaba también que España tiene «algunas de las empresas de infraestructuras más importantes del mundo, que usan financiación de proyectos en sus proyectos internacionales, sin recurso a la sociedad matriz». Esta deuda supone el 10% del PIB. Por último, planteaba que «las empresas españolas han invertido un 44% del PIB en el exterior en los últimos 12 años. La deuda emitida por Telefónica para financiar la adquisición de O2, ¿debería estar respaldada por el PIB del Reino Unido o por el PIB de España?».

Otras afirmaciones atacadas por De la Torre hacían referencia a la falta de competitividad española. Al respecto, aseguraba que los costes laborales unitarios (CLU) del país han caído un 4 % desde 2008, mientras que los de tres de sus principales socios comerciales han subido entre un 5 % y un 10 % (Alemania, Francia e Italia). «Esto significa que España ha recuperado una competitividad del 9 %-14%, lo que explica que las exportaciones del país se hayan disparado».

También rebatía que España no tuviera un modelo de crecimiento para salir de la crisis „«las exportaciones españolas se han incrementado en un 17% desde 2008, frente al 12 % de Alemania, el 5 % de Francia y el 4 % de Italia»„, que los españoles no trabajen duro „«la jornada laboral existente en España es la tercera más larga de los países desarrollados, la productividad por hora es un 10 %-15 % inferior a la media de la zona euro, mientras el salario por hora es un 35% más bajo que la media de la eurozona»„ o que la huida de los depósitos de la banca española abocaran al sistema al borde del colapso: «Cuando en noviembre de 2011 el Gobierno puso límite a la retribución de los depósitos, los bancos convencieron a muchos de sus clientes de que se pasaran al papel comercial, que no tiene límites sobre los tipos de interés y no cuenta como depósitos. Una vez eliminado dicho límite (agosto de 2012), una gran parte de ese dinero volvió a colocarse en depósitos».

El pasado mes de febrero, Ignacio de la Torre volvió a la carga y publicó Los diez nuevos mitos de la economía española, en este caso en España en la línea de salida de la Unión Nacional de Cooperativas de Crédito. El primero de los pronósticos errados está relacionado con el saldo de cuenta corriente, que mide los flujos comerciales de bienes, servicios, ingresos y pagos que se hacen desde un país al exterior y viceversa. Muchos «gurús» predijeron que sería imposible ajustarlo en once puntos sin posibilidad de devaluar la moneda. Sin embargo, en 1993, con la devaluación de la peseta, España logró un ajuste del 4,7 %, mientras que entre 2007 y 2013, sin depreciación por enmedio, ha sido de doce puntos: desde -10 % al +2 %.

El comercio exterior también aporta sus mitos. Así, se dice que las exportaciones deberían crecer más si la divisa de un país cae más que la de otro por su vinculación con la flexibilidad del tipo de cambio. No obstante, este experto asegura que los datos del Reino Unido y España «muestran lo contrario», dado que la libra ha caído el triple que el euro desde el inicio de la crisis, un período en el que las ventas españolas al exterior han aumentado el triple que las británicas. Otra falsedad, según su punto de vista, es que la mejora del déficit de cuenta corriente español provenga del hundimiento de las importaciones: «Casi un 70 % de la mejora proviene del incremento de las exportaciones y tan solo un 30 %, de la caída de las importaciones». También considera erróneo vincular el alza de las ventas españolas al exterior con el comercio mundial, porque considera que en este caso intervienen dos factores: la vitalidad del comercio mundial y la cuota de mercado que un país araña en ese ámbito: «España ha conseguido mucho más por el segundo factor que por el primero. Así, en 2013 las exportaciones españolas crecían al 7 %, con el comercio mundial creciendo tan solo un 2,5 %».

En cuarto lugar, De la Torre niega que el mayor coste financiero de las empresas españolas frente a las europeas les impida competir. Y es que los costes financieros representan un 20 % de la magnitud de los costes laborales en una empresa mediana, donde estos últimos tienden a representar dos terceras partes de los costes: «Como un trabajador español cobra 21 euros la hora y uno de la zona euro, 29, y la diferencia en productividad por hora trabajada es de tan solo un 4 %, el resultado es que la empresa española es mucho más competitiva que la europea, a pesar del diferencial en coste de financiación».

El quinto mito que ataca este experto está relacionado con ayuntamientos y gobiernos autonómicos y, concretamente, con la afirmación de que «ni quieren ni pueden reducir su déficit fiscal». Los datos muestran todo lo contrario: los consistorios municipales han corregido su déficit y entraron en superávit la pasada primavera, mientras que las autonomías «han reducido su déficit neto unos 20.000 millones de euros, desde el 3,5 % del PIB en 2011 al 1,5 % en 2013».

No menos injusta considera De la Torre la afirmación de que España, en el ajuste fiscal, «se ha limitado a subir impuestos, sin meter la tijera en los gastos». Los datos, por contra, ponen de relieve que la reducción del déficit desde 2009 hasta 2013, cercana a 4,5 puntos de PIB netos, se ha conseguido mediante recorte de los gastos (un 3,4 % del PIB) y subida de impuestos (el resto), «luego más de tres cuartas partes del ajuste neto ha venido vía gastos».

Por último, este experto, en línea con muchos otros, rebate la máxima de que para crear empleo en España hay que crecer un 2 %. En su opinión, la relación entre ambas variables depende del régimen laboral: a mayor inflexibilidad, mayor la necesidad de crecimiento para crear empleo, pero «España cambió su marco laboral en la primavera de 2013, rebajando por lo tanto el umbral para crear empleo. Durante 2013, la economía española se habrá contraído un 1,3 %; sin embargo, el empleo se ha reducido en 100.000 personas y la creación bruta de empleo los seis meses de mayor actividad del sector servicios (marzo-agosto) estuvo en 342.000 puestos de trabajo, el nivel más alto desde 2006, cuando la economía crecía al 4 %». En consecuencia, «tenemos ya la primera evidencia empírica de que España puede crear empleo con tasas muy bajas. Por lo tanto, 2014 puede depararnos sorpresas positivas en el empleo».