Mientras los gobiernos de los diferentes países, entre ellos España, se debaten en encontrar las fórmulas más adecuadas para regular el uso de los drones, los diseñadores de aviones no tripulados y las empresas se han lanzado a una auténtica carrera contrareloj para sacar el mayor partido de estos aparatos. Según contaba recientemente The Wall Street Journal, un topógrafo griego, George Papastamos, se decidió a comprar unos vehículos aéreos no tripulados y su empresa sufrió una notable transformación. En algo menos de dos años, el empresario despidió a todos sus empleados, y en lugar del equipo de doce personas, Papastamos realiza todos sus trabajos con la ayuda de un dron y de un asistente. Pero no es el único. Empresas del sector eléctrico han encontrado en las aeronaves no tripuladas el complemento ideal para revisar las líneas de alta tensión. También en el sector de la logistica se ha pensado en los drones como solución para el transporte de paquetería. Y en la industria cinematográfica ya se han convertido en un elemento indispensable. Y por citar más ejemplos, en Corea del Sur ya se usan para cultivar trigo o esparcir pesticidas. emv VALENCIA