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El informe

Crisis: una oportunidad desaprovechada

Los expertos coinciden en que sí se han producido grandes cambios en el sistema financiero: "La regulación no tiene nada que ver"

En los albores de la Gran Recesión cundieron las palabras grandilocuentes fruto del pánico. La más asombrosa fue, sin duda, la del entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien proclamó a los cuatro vientos que había que refundar el capitalismo. No entró en materia, claro. Las crisis son entendidas de forma amplia como tiempos de enorme mudanza, mayor o menor en función de cuál sea su magnitud, donde se producen ajustes dolorosos pero también en las que se siembran oportunidades de futuro. ¿Ha sido ese el caso del último cataclismo económico global que ha padecido el planeta, aquel que se inició hace poco más de una década y que en España ha tenido unas consecuencias funestas?

Los políticos y responsables de los organismos reguladores de esa etapa que han pasado en los últimos días por la comisión del Congreso de los Diputados que investiga la crisis financiera se han sacudido en términos generales la responsabilidad de esa crisis. Sin embargo, ¿qué hicieron en el transcurso de la misma los dirigentes españoles y sus homólogos de Europa, Asia y América para reconducirla y tratar de evitar que vuelva a producirse? La conclusión de los expertos consultados es más bien pesimista: la última crisis fue, según los casos, una oportunidad desaprovechada o perdida. Poco más. ¿Por qué?

El profesor de Economía Aplicada de la Universitat de València, Vicente Pallardó, es de los que opina que «la recesión ha sido una oportunidad insuficientemente aprovechada porque, aunque se han hecho cosas a nivel español e internacional, han sido muy limitadas, menos de lo que se debía». ¿Qué ha cambiado? Pues «la política monetaria, que ha descubierto un ámbito de actuación que solo estaba en los libros y que ha sido la clave de la salida de la crisis». El gran inconveniente es que no vino complementada, en Europa, con una política fiscal adecuada, porque «no se ha sabido manejar el binomio austeridad-crecimiento» por la imposición de políticas de recortes del gasto y nada expansivas. A este respecto, el vicepresidente de la CEOE, José Vicente González, apunta que en la UE «sigue habiendo muchos problemas, pero al menos se ha salvado el euro» gracias a la actuación del Banco Central Europeo, una posibilidad, la muerte de la moneda única, que el también presidente de Feria Valencia cree que estuvo encima de la mesa.

Mercado exterior

Volviendo a Pallardó, este experto añade que, en el caso específico de España, una de las cosas que ha hecho bien el país ha sido la expansión internacional: «Antes, las empresas españolas se volcaban en el exterior para capear las crisis y luego volvían a centrarse en el mercado interno. Esta vez, no. Sin una devaluación monetaria por en medio, ha habido un esfuerzo de las empresas y los trabajadores por mejorar la competitividad y han salido al exterior para quedarse». Precisamente, el jefe de estudios de la patronal autonómica CEV, Ricardo Miralles, destaca al respecto que las empresas que han sobrevivido sí han aprovechado la oportunidad que les daba la crisis para desapalancarse de su elevada deuda, iniciar o potenciar un camino sin retorno hacia la internacionalización y aumentar la inversión en I+D. «Se han dado cuenta definitivamente de que el mercado es global», asegura.

Pallardó opina que no se ha dado una respuesta general a la crisis, que estuvo propiciada por «un exceso de endeudamiento, con un consumo sostenido en la deuda, y eso sigue igual. La deuda privada ha bajado pero la pública ha subido». Este experto coincide con el catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València, Joaquín Maudos, en que los dirigentes, sobre todo europeos, sí han realizado cambios en el sistema financiero. «La regulación bancaria no tiene nada que ver», afirma. No solo ha mejorado, sino que ahora hay más supervisión y mayores exigencias de liquidez y capital, gracias a Basilea III y la unión bancaria europea, si bien esta última se ha quedado algo coja por la ausencia de un fondo de garantía de depósitos. No obstante, Ricardo Miralles echa en falta que «no se haya hecho algo para poner coto a la especulación financiera». Aún así, recuerda que ahora los inversores y los empresarios «están más cubiertos» ante determinados productos bancarios, una lección aprendida tras escándalos como los de las preferentes.

Tampoco ha sido posible poner en marcha los eurobonos para avanzar en la mutualización de riesgos en el continente. Dice Maudos al respecto que era necesaria una unión fiscal, pero Alemania exige antes que países como España rebajen su elevado endeudamiento.

Volviendo a Sarkozy, la directora de proyectos del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), Matilde Mas, opina que la reacción a la crisis se ha sustentado más «en la palabrería que en medidas concretas», muchas de las cuales, impulsadas por el liberalismo económico y la austeridad derivada, han tenido como consecuencia un incremento de la desigualdad y, por ende, la irrupción de tantos peligrosos populismos en Europa y Estados Unidos, sin olvidar el brexit o el independentismo catalán.

Crisis nacional

En España, como en otros países singularmente golpeados por la crisis, lo cierto es que las políticas que se han aplicado no han surgido en la mayoría de los casos a iniciativa de sus dirigentes, sino impuestas por Bruselas y el FMI. De ahí que los diferentes expertos consultados destaquen numerosas reformas que se han quedado en el tintero.

Rafael Doménech, de BBVA Research, cree que la crisis se gestionó «muy tarde y se cometieron errores», aunque opina que, a pesar de ello, «se ha avanzado mucho», porque «España lleva creciendo más de cuatro años por encima de Europa y ganando competitividad. La inflación, los costes laborales unitarios y los márgenes se comportan mejor que en la eurozona. La balanza por cuenta corriente muestra un superávit sostenido y el sistema bancario es más solvente y eficiente». Por tanto, el crecimiento «es más sostenible que antes de la crisis». Aún así, considera que todavía «queda mucho trabajo por hacer» e insta a retomar la senda de las reformas, sobre todo para mejorar la «calidad de nuestras instituciones y el capital humano».

Son dos cuestiones donde todos los consultados coinciden. Como dice el vicepresidente de CEOE, durante la crisis no se ha abordado la tan necesaria reforma de las administraciones públicas, «no se han tocado algunos sectores profesionales y no se ha invertido en formación e investigación y desarrollo, que es lo que más nos va a poner a cubierto de nuevas crisis». A este respecto, Matilde Mas apunta que «el sistema educativo es un desastre» y no se ha actualizado como debiera, pero también pone el dedo en la llaga del trato dado a tantos investigadores españoles a los que se les atrajo con ayudas públicas en los años de bonanza y que quedaron desprotegidos durante la etapa de vacas flacas por una política equivocada sobre prioridades de inversión del dinero público. «¿Cómo les vamos a convencer para que vuelvan en el futuro?», se pregunta.

La también catedrática de Fundamentos de Análisis Económico considera que la recesión tampoco se ha aprovechado para hacer reformas con visión de futuro en el mercado laboral y las pensiones. Respecto al primero, afirma que no conoce «uno más ineficiente que el español, basado en la baja productividad, los salarios bajos y la alta temporalidad». A este respecto, Ricardo Miralles, de la patronal CEV, lamenta que no se haya introducido mayor flexibilidad.

Para el secretario general de UGT-PV, Ismael Sáez, las reformas laborales que se han acometido en estos años «han sido un desastre». En su opinión, «se ha devaluado el factor trabajo porque no se podía devaluar la moneda» y los damnificados han sido los trabajadores. Además, no ve con optimismo el futuro, porque tampoco «se ha cambiado de modelo económico, ya que el crecimiento se sostiene en el consumo y el turismo, a la espera de que vuelva la construcción». Su homólogo de CC OO-PV, Arturo León, coincide en estas apreciaciones y añade que la reforma de las pensiones no ha hecho más que empeorar la situación de los futuros jubilados, hasta el punto de que en 2040 la tasa de reemplazo -la parte del salario que se cobrará- estará en el 40 %. León es concluyente. Opina que no se han corregido los defectos que condujeron a la Gran Recesión y cree, en consecuencia, «que se ha sembrado el camino a otra crisis». Algo, por otra parte, consustancial al capitalismo. La clave estará en la intensidad del próximo terremoto.

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