La pandemia del coronavirus está impulsando los centros de trabajo compartidos (coworkings) por el cierre de los grandes edificios de oficinas y el incremento del trabajo semipresencial. Un estudio de la empresa valenciana Actiu (especializada en la fabricación de mobiliario de oficina) revela que para el 77 % de los asalariados la parte más negativa del teletrabajo es la pérdida de la socialización y de las relaciones personales. Los espacios flexibles resuelven la dicotomía entre trabajo presencial y remoto ya que ofrecen lo mejor de los dos sistemas laborales. Utilizar estos espacios resuelve la falta de socialización que provoca el trabajo a distancia, mejora la conciliación laboral, reduce costes, mejora la deslocalización de equipos y ofrece una respuesta eficaz a las necesidades de las empresas. España es el cuarto país del mundo en utilización de los espacios de trabajo compartidos con mil oficinas flexibles, por detrás de Estados Unidos, India y Reino Unido. Antes de la pandemia de la covid-19 la demanda de trabajo descentralizado y digital impulsó la creación de las oficinas flexibles y ahora la tendencia se ha acelerado. Con una estructura polivalente y versátil, estos centros ofrecen una alternativa perfecta a las oficinas que no pueden garantizar la distancia de seguridad entre los trabajadores. Según el informe de Actiu, también ha cambiado la perspectiva laboral. Si hace unos meses algunos trabajadores demandaban la oportunidad de trabajar desde casa, el confinamiento les ha hecho ser conscientes del papel que juegan las relaciones sociales y personales. «En estos momentos -afirma Soledat Berbegal, directora de Actiu- los espacios flexibles están contribuyendo a la implantación del trabajo híbrido que combina las jornadas laborales presenciales y telemáticas. Según nuestro estudio, los españoles apuestan en esta segunda ola de la covid por este modelo semipresencial ya que necesitan las relaciones personales. El sistema de coworking proporciona un lugar seguro y eficiente».
