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Las funerarias resucitan tras el estado de alarma

Mientras la mortalidad se disparaba un 20 % en España, la facturación del sector funerario se redujo un 40 % - Las empresas comienzan a remontar el vuelo, apostando por la profesionalización de sus trabajadores

Laura Rosell, en la sala donde trabaja maquillando cadáveres.

La pandemia está tirando por tierra muchas creencias arraigadas en el imaginario colectivo. Una de ellas, que el sector funerario nunca afronta tiempos de crisis. Paradójicamente, los momentos de mayores dificultades para estas empresas se han producido durante los meses en los que se ha registrado un exceso de mortalidad que ronda el 20 % a nivel nacional. Este incremento de defunciones, sin embargo, no ha ido ligado a un aumento de su facturación, al menos hasta el verano. El estado de alarma decretado en marzo ordenó el cierre de los tanatorios y prohibió la celebración de cualquier ceremonia de despedida, limitando los ingresos de estas compañías a la vez que disparaba sus gastos por los protocolos sanitarios y el aumento de la carga de trabajo.

«Hasta mi madre me dice ‘os habréis forrado’, pero todo lo contrario», asegura Alfredo Gosálvez, secretario general de Panasef, la patronal funeraria, que estima que el primer estado de alarma redujo en un 40 % la facturación en el primer semestre de este año de un sector que entre marzo y mayo tuvo un aumento de su actividad del 500 %. Durante esos tres meses, las funerarias cerraron al público pero su actividad no cesaba en el interior. Panasef cifra en el 10 % el aumento de las plantillas para asumir esa avalancha de trabajo y en «cientos o miles» las horas extra abonadas para abarcar la demanda. Asimismo, destinó importantes inversiones para adaptarse a los protocolos sanitarios: compras de EPI para sus empleados, cursos de formación de la nueva normativa y la implantación de la misma en los centros.

Las funerarias llegaron a registrar un aumento del 500 % de su actividad entre los meses de marzo y mayo

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Con la reapertura de mayo el sector ha empezado a «recuperarse», ya que las familias de personas fallecidas durante esos meses están celebrando ahora esas ceremonias vetadas entonces. Las funerarias realizaron el pasado año 417.625 servicios en España y facturaron 1.565 millones de euros, 35 millones más que en 2018. La OCU cifra el coste medio de un funeral entre los 3.000 y 3.500 euros. Pero no solo las funerarias intervienen. Floristerías, marmolistas, médicos forenses o psicólogos, servicios de catering, iglesias... Con todo, el servicio funerario supone el 51,5 % del total del gasto de una familia, mientras que un 15 % se lo llevan certificados y tasas, coronas, lápidas o esquelas; un 16,5 % se destina a gastos de inhumación o incineración; y un 17 % son impuestos indirectos como el IVA.

El sector detecta un alza en la demanda de empleo —en 2019 se incorporaron 400 personas que sitúan al borde de los 12.000 los empleados en España— que quiere aprovechar para «profesionalizarse» y dar respuesta a las nuevas tecnologías. No existen grados ni ciclos de FP para trabajar en funerarias, a las que se puede acceder a través de cuatro certificados de profesionalidad: operador funerario, operador de protocolo, atención a familiar y tanatopraxia.

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