Los investigadores del Instituto Tecnológico de la Alimentación (Ainia) han desarrollado un sistema pionero para comprobar la presencia de 657 plaguicidas diferentes y evitar que lleguen a los lineales de los supermercados. Su último logro ha sido controlar la presencia de óxido de etileno (una sustancia cancerígena) en semillas destinadas a la alimentación humana importadas de India. Los investigadores valencianos, que trabajan en el Parque Tecnológico de Paterna, utilizan técnicas de cromatografía para diseccionar los elementos presentes en los alimentos, lo que les permite detectar una cantidad ínfima de los elementos tóxicos que se utilizan en la agricultura.

Los avances logrados por el centro valenciano (en el que trabajan 200 personas) lo han convertido en una referencia a nivel nacional y la Administración le pide ayuda cuando detecta un nuevo riesgo para la salud. Roberto Ortuño, responsable de seguridad alimentaria de Ainia, explica que trabajan para agricultores, exportadores, empresas de distribución y organismos oficiales. Ortuño apunta que los alimentos que consumimos son seguros, pero a veces salta una alarma por la detección de elementos cancerígenos en productos cultivados en países donde tienen una legislación más laxa. La última alarma saltó a mediados de septiembre. El sistema de alertas de riesgos alimentarios (RASFF) notificó la presencia de niveles muy elevados de óxido de etileno en determinados lotes de semillas de sésamo procedentes de India que habían sido introducidos en la UniónEuropea. Esos niveles superaban más de 1.000 veces el límite máximo de residuos de óxido de etileno permitido. Esta contaminación, según Ainia, supone un grave riesgo para la salud humana y es un compuesto que no se puede utilizar en la Unión Europea. Roberto Ortuño aclara que este tipo de tóxicos son cancerígenos si se consumen recurrentemente.